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Este molino de Morga, se sitúa próximo al punto de Abaunza, en el paraje de Zorrotzondo.

Se menciona en 1759 por el pleito entablado por el potentado local de Fruiz, Juan Fruiz-Echevarria y Lotina, dueño entre otros de la ferrería y molino de su apellido, y del molino de Zorrozondo, contra el molinero de este último, Joseph de Oxinaga, por impago de rentas, y que se demostraba después de apelaciones a Corregidor y Chancillería, que las mismas habían sido maliciosamente cobradas y apropiadas por su administrador Joseph Antonio de Elorduy.

Fue propiedad municipal hasta 1764, año en que junto a las casa de Bidaurreta y la de la ermita de Nuestra Señora de los Remedios, pasó a ser cedida al Cabildo de Morga como fórmula de financiación de la congrua del tercer beneficiado que desde entonces quedaría emplazado en la citada ermita de Andra Mari.

Según algunos vecinos funcionó hasta el último tercio del siglo XX.

En la actualidad, el edificio se halla en estado de total ruina, si bien mantiene en pie la estructura de la fachada. Se trata de un viejo edificio bifamiliar de dos alturas, más camarote, con el clásico soporte en vigas de roble en torno al cual se abre el zaguán adintelado. Lateralmente, la casa se halla ampliada por determinados espacios que por la izquierda prolongan la fachada y la propia cubierta a dos aguas. Unos de estos espacios, mínimamente individualizado por una tejavana y el leve adelantamiento respecto del frontal de la casa, alojaba la única piedra del molino y sus mecanismos accesorios, de los cuales no queda en la actualidad sino el espacio de su alojamiento. Junto a dicho espacio adjunto a la casa, se sitúa la vieja antepara del molino con la peculiar forma de embudo y el acceso en ángulo recto al trayecto de un cauce de considerable anchura. La salida del agua quedaba enmarcada por una pequeña tejavana situada junto al soportal, cubriendo la estructura en arco de medio punto dovelado en sillares -la estructura de estos arcos suele ser contrariamente en rudo mampuesto-. Dicho cauce de salida se prolongaba frente al caserío, cruzando el prado hasta la altura del arroyo, permitiendo en la actualidad que tal espacio se halle virtualmente anegado.

Dispuso de un par de piedras y se valía de las aguas de distintos arroyos que en ese entorno se unen.

Al ser de propiedad privada no se puede acceder a su interior.

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