En el barrio Ispizua de Ajangiz destaca entre todas las demás construcciones el magnífico caserío Auzokoa, un edificio exento y monumental erigido con piedra arenisca dorada y cuya fachada desborda los niveles de calidad habituales en otras casas de labranza del País Vasco. La planta es un rectángulo de proporción diágona y en la composición del resto del caserío se percibe que el arquitecto tuvo en cuenta diversas reglas de proporción armónica.
La estructura es de muros de carga complementados en la cuadra y los pisos superiores por pies derechos con zapatas. La trama estructural define espacios cuadrangulares muy ordenados, divididos en cinco crujías transversales de dimensiones desiguales o en tres crujías longitudinales, con la central más ancha que las laterales. Se cubre con armadura de correa a tres aguas.
En la actualidad Auzokoa está segregado en dos viviendas, pero fue concebido inicialmente para alojar cómodamente a una sola familia, que aun disponiendo de espacios de carácter agropecuario gozase también de una notable calidad de equipamientos residenciales. La fachada es de rígida composición neoclásica, con amplios vanos ordenados en cinco ejes y un notable soportal central en arco carpanel que avanza del plano de fachada enmarcado por sólidas pilastras y soporta el vuelo de un gran balcón de piedra.
La vivienda ocupa dos tercios del volumen del caserío, concentrándose en la zona delantera, orientada hacia el sudeste. En la planta baja tras el soportal se alza una escalinata de piedra de gran protagonismo y la cocina original aparece situada en el flanco occidental, delante del carrejo de los pesebres del ganado. Estos últimos están empotrados en el muro medianil, siguiendo el modelo clásico vizcaíno.
En la planta noble el salón con balcón, aun de gusto barroco, ocupa un lugar preeminente, flanqueando por los dos dormitorios principales, y en el interior se reparten nuevas alcobas y una letrina situada sobre el estercolero de los establos.
La existencia de un caserío denominado Auzokoa es bien conocida en los documentos históricos de Ajangiz al menos desde el siglo XVII. Sin embargo aquella vivienda fue reedificada íntegramente desde sus cimientos hacia el año 1820, alzándose en su lugar la casa actual.
Aunque el caserío Auzokoa repropone el modelo clásico del barroco vizcaíno de casas con soportal en arco, la cuidadosa selección y preparación de los materiales, cu composición académica y las amplias dimensiones del edificio, con vocación eminentemente residencial, hacen de él una construcción de identidad híbrida, tan próxima a un palacete rural neoclásico como a una auténtica casa de labranza.
La casa pertenecía Félix Pertica que intervino decisivamente en la gestión de las licencias necesarias para edificar la parroquia local en 1819, y fue la comunidad de vecinos/as de Ajangiz la que contribuyó después, colectivamente, a la reedificación del caserío Auzokoa como muestra de reconocimiento. Por coincidencias de cronología y de recursos compositivos, entra dentro de lo probable que el arquitecto de la iglesia y el del caserío fuesen la misma persona: Juan Bautista Belaunzaran, un arquitecto natural de Andoain y formado en la Academia de San Fernando.
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