En el barrio Merika de Nabarniz uno de los edificios más antiguos es Urtza Goikoa: un gran caserío unifamiliar, de planta muy larga y fachada de estilo tradicional vizcaíno, con profundo soportal abierto a un antuzano delantero, alzado al borde del camino vecinal, sobre un afloramiento de roca caliza.
El volumen de Urtza resulta desproporcionadamente alargado, pero si se prescinde de un cuerpo añadido de factura más moderna, que prolonga la cara trasera, la planta original resulta ser un rectángulo diágono. Como éste es un rectángulo dinámico que tiene la virtud de poderse subdividir en mitades de proporción armónica, no debe resultar extraño que quien proyectó Urtza lo utilizase también para separar en dos proporciones idénticas el espacio dedicado a vivienda del ámbito de la cuadra y del pajar.
La fábrica de muros del caserío es de mampostería gruesa, que en algunos paños puede identificarse con el tradicional aparejo gótico. Sin embargo en la fachada principal el alzado de estos parámetros no llega más que hasta la primera planta en las crujías laterales. Por encima de este nivel y en el tramo central el cerramiento es de entramado de madera encalado con plementeria de ladrillo, formando una cuadrícula de entrepaños cuadrados. La presencia de antiguos puentes con tallas sogueadas reutilizados en el entramado hace suponer que esta no fue la solución original del caserío, sino que se trata de una sustitución del antiguo cerramiento de tablas machihembradas.
La estructura portante de carpintería de Urtza Goikoa está formada por dos alineaciones de postes enterizos que definen una amplia crujía central formada por cinco pórticos, sobre los que se ensamblan las correas y contracorreas de la armadura de la cubierta. Entre las correas se tienden tirantes sobre los que descansa la cumbrera apoyada en enanos.
En la planta baja el soportal, con una fina columna que alivia a la carrera delantera, es el paso a dos puertas que conducen al vestíbulo interior, en el que confluyen las entradas a dos habitaciones laterales, una cocina, el tiro de escaleras y el pasillo de control de los pesebres. Tras un muro cortafuegos se sitúa la cuadra, parcialmente compartimentada por un muro central.
En la primera planta las escaleras desembarcan en un espacioso distribuidor rodeado por seis habitaciones interconectadas entre sí, algunas de ellas con puertas en enfilada. El dormitorio del ángulo sudeste conserva una ventanita original con dintel en arco conopial. Sobre las estancias familiares hay un granero y secadero de techos muy bajos, que tan solo afecta a la mitad delantera del caserío, ya que en la zona posterior se desarrolla un pajar de doble altura. Los tabiques de modulación del granero son de verganzado manteado.
Los establos disponen de accesos propios abiertos a las fachadas laterales, definidos como puertas de falso dintel adovelado, y mantienen una conexión interna con el cuerpo añadido a la cara trasera que es una ampliación de cuadra y pajar dividida en dos compartimentos autónomos.
El nombre histórico de este caserío fue Urzaga Goikoa, y a veces Kurtziaga, y su construcción se remonta al segundo cuarto del siglo XVI, aun cuando resulta evidente que ha sufrido algunas reformas importantes a lo largo de su vida. La estructura original, que apenas ha cambiado, es la de un caserío renacentista con soportal en su fase intermedia de evolución tipológica, con postes pero no con esqueleto exento de los muros de carga. Debió de tener un granero estanco cerrado con tablas en el centro de la fachada, profusamente adornado según la tradición local, pero en el siglo XVII la demanda de habitaciones para los moradores provocó su eliminación y la aparición de los cerramientos de entramado visto. Los recursos a las proporciones armónicas para controlar el proyecto indican que se trata de una obra de buenos profesionales de la construcción.
De la familia Urza, propietaria independiente del caserío a través de los siglos, se sabe que contó con varios profesionales de la cantería, un oficio muy difundido entre los habitantes de esta comarca tan rica en buenas vetas de piedra utilizadas en la arquitectura. Su actividad completaría los ingresos de la agricultura y la crianza de ganado mayor.
A fines del siglo XVIII Santiago Urzaá promovió una segunda reforma de los accesos a la cuadra y de las instalaciones ganaderas del caserío, abriendo nuevos vanos y reforzando la armadura de cubierta, y todavía un siglo más tarde Urtza Goikoa fue ampliado con el cuerpo zaguero para alojar más animales, en un momento en el que los oficios tradicionales externos se habían extinguido y la casa tenía que valerse de sus propios medios para sobrevivir.
Actualmente esta derruido.
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