Fue construido en 1737 por Juan de Lecumberri, vecino de Arrieta, en terreno comunal, tras llegar a un acuerdo con el Ayuntamiento. Él mismo manejaba su molino de Elordizelai; su trabajo se había visto recompensado con la propiedad útil del suelo pero no la absoluta, como se demostró en 1746 cuando la anteiglesia dispuso plantíos en el terreno quebrantado.
En 1745 Juan de Lecumberri era la propietaria y la persona que manejaba el molino.
Estuvo gestionado y ocupado por su dueño. No pudo soportar los problemas que debieron afectar al sector en los años 50 del siglo XVIII, por lo que pudo desaparecer en esa época, aunque no disponemos de ningún dato que nos diga hasta cuando estuvo en funcionamiento, ni dónde pudo estar situado.
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