Los robledales con fresnos mesofíticos ocupan suelos profundos de textura franca o limo-arcillosa, con abundancia de nutrientes minerales que le confieren un pH neutro que oscila entre el levemente básico y el levemente ácido (neutro-basófila y neutro-acidófila). El agua tampoco suele escasear en esos suelos, incluso en ocasiones puede producirse un cierta hidromorfía temporal (carácter temporihigrófilo). En cuanto a su inclinación, ocupa los piedemonte y fondos de valle, donde el terreno es más llano y las condiciones de acidez y de escasez de nutrientes se atenúan, aunque si el substrato geológico es favorable (caliza o marga) pueden presentarse en terrenos más inclinados. En resumen, los suelos sobre los que se instala esta serie son óptimos en el territorio, profundos, ricos en nutrientes, con adecuada textura y alta capacidad de almacenaje de agua, sin que por ello lleguen a darse fenómenos acusados de hidromorfía, como de los hábitats más secos y más húmedos que se puedan hallar. Este carácter intermedio entre lo más seco y lo más húmedo es el que justifica el nombre de mesofítica (de meso, en medio de).
Los robledales fresneda más extensos y mejor conservados en Urdaibai se localizan en los siguientes puntos: laderas del monde Askari, sobre las cascadas del río Oka (Muxika); en el barrio Elexalde (Arratzu); en el nacimiento del río Golako cerca de Albiz (Mendata); en los barrancos bermeanos de los arroyos Madari, Etxebarreka y Berdentxako, claramente atemperados por la cercanía del mar; una en Atxarre, otra en el interior del encinar de Burritxagane, en el fondo de la dolina de Iruskieta, y la tercera en Arboliz, las tres en Ibarrangelu; Foruko Atxa en territorio de Forua y Murueta; en el interior del encinar del Ereñozar en los valles de Oma y Basondo (Kortezubi).
Se trata de bosques que corresponden a la asociación Polysticho setiferi-Fraxinetum excelsioris.
Además de su característico espesor y naturaleza intrincada, es uno de los tipos de bosque más diverso, en el que participan mayor número de especies de plantas vasculares por unidad de superficie. Ambos aspectos, densidad y diversidad, están relacionados con la feracidad de los suelos sobre los que se asientan. Las condiciones favorables en las que se desarrolla causan la abundancia de fitomasa y la diversidad de especies que caracteriza este bosque pues en él viven casi todas las especies forestales de nuestro ámbito geográfico: ni los fríos que caracterizan a los hayedos, ni las condiciones de sequedad edáfica de los encinares, ni el encharcamiento del suelo propio de las alisedas, ni la pobreza en nutrientes de los substratos ácidos, ejercerán su acción limitadora de la presencia de algunas especies. Sólo las plantas estrictamente vinculadas a tales condiciones faltarán del robledal mesofítico, pero las generalistas y las exigentes están en su mayoría. La flora de este tipo de bosque es de las más ricas de entre los tipos forestales de la CAPV, tanto en lo que se refiere a los árboles o arbustos como a las plantas herbáceas.
Cuando el bosque es maduro el dosel arbóreo está dominado por el roble común o pedunculado (Quercus robur), pero en él participan, con frecuencia, otras especies arbóreas, como el fresno (Fraxinus excelsior), los arces (Acer campestre y A. pseudoplatanus) o el tilo (Tilia platyphyllos). Tanto los arces como los fresnos suelen desempañar un papel de prebosque o bosque secundario que reemplaza al dosel de robles cuando hay alguna perturbación leve, como un claro en el bosque, o hay una situación previa a la de madurez, como una posición periférica o de borde en la mancha forestal, proximidad a un camino, etc. Este estrato de copas, cerrado y denso, corona la estructura pluristrata de este bosque.
Un segundo estrato suele estar formado por árboles de menor tamaño, en su mayoría de las especies mencionadas en fase de crecimiento, a los que se unen el avellano (Corylus avellana), el acebo (Ilex aquifolium), el cerezo silvestre (Prunus avium) y el arce menor (Acer campestre). En las zonas de menor altitud donde también hay encinares cantábricos en contacto, suelen ser frecuentes el laurel común (Laurus nobilis) y el rosal silvestre (Rosa sempervirens). Los arbustos son numerosos y suelen formar una intrincada maraña difícil de traspasar: cornejo macho (Cornus sanguinea), espino albar (Crataegus monogyna), bonetero (Euonymus europaeus), espino negro (Prunus spinosa), Rosa canina, zarzamora (Rubus ulmifolius), brusco (Ruscus aculeatus), etc. De manera particular destaca en este bosque el elemento lianoide, protagonizado por la hiedra (Hedera helix) que trepa por muchos de los troncos de los árboles, y desarrolla un amplio vuelo a la altura de las copas o justo debajo de ellas. En este estrato no suelen faltar madreselvas (Lonicera periclymenum) ni clemátides (Tamus communis) y, en las zonas de menor altitud, también puede haber zarzaparrilla (Smilax aspera).
Los helechos también son abundantes. Algunos proceden de áreas cercanas al trópico, como Stegnogramma pozoi o Woodwardia radicans, especie macaronésica de grandes frondes de hasta 2,5 metros de altura cuya presencia en Urdaibai se haya restringida a los barrancos de losa ríos, junto a otros más comunes como Lastrea limbosperma, el helecho macho (Dryopteris filix-mas), el helecho hembra (Athyrium filix-femina), la lengua de ciervo (Phyllitis scolopendrium), junto al polipodio (Polypodium vulgare) y a otros helechos como Dryopteris dilatata y el helecho real (Osmunda regalis).
El estrato herbáceo es también profuso y diverso. Lo componen diversos helechos de grandes frondes dispuestas en roseta, gramíneas y otras plantas de hojas anchas. Tampoco faltan algunas especies bulbosas que emiten sus tallos y hojas aéreos en determinada época del año. El elemento herbáceo es el más numeroso: Anemone hepatica, Ajuga reptans, Arum italicum, Athyrium filix-femina, Brachypodium sylvaticum, Carex sylvatica, Circaea lutetiana, Dryopteris borreri, Euphorbia amygdaloides, E. dulcis, Helleborus viridis subsp. occidentalis, Hypericum androsaemum, Lamium galeobdolon, Lysimachia nemorum, Melica uniflora, Mercurialis perennis, Oxalis acetosella, Polystichum setiferum, Potentilla sterilis, Pulmonaria longifolia, Ranunculus tuberosus, Stachys officinalis, Stellaria holostea, Symphytum tuberosum, Veronica chamaedrys, V. montana, etc.
Las especies arbóreas de la mayoría de los bosques de Urdaibai, y de toda la región Templada, se asocian con hongos formadores de ectomicorrizas. En este caso las especies fúngicas implicadas, con frecuencia, forman cuerpos fructíferos epigeos y visibles y por ello son más conocidos. Dentro de este grupo se encuentran muchos Basidiomicetos y algunos Ascomicetos, en ocasiones populares por su interés gastronómico. Los bosques de hoja caduca presentes en el territorio comparten una flora fúngica entre las que podríamos destacar especies tales como: Amanita rubescens, Amanita phalloides, Boletus erythropus, Cantharellus pallens, Russula aurea, Russula cyanoxantha, Russula vesca, Russula virescens y Tricholoma sulphureum entre otras. Todas ellas especies ectomicorrícicas, comestibles algunas como C. pallens y R. virescens o tóxicas como A. phalloides. En los robledales además de especies ectomicorrícicas se puede encontrar un cortejo fúngico de especies saprobias (Agaricus impudicus, Clitocybe nebularuis, Xylaria hypoxylon, etc..) y otras parásitas como Armillaria mellea. Es de destacar que hoy día, y a pesar de la pequeña extensión de robledal existente en Urdaibai y de su estado fragmentado, se han recolectado 462 especies de macromicetos (Salcedo et al., 2006), hecho que nos indica la importancia que tiene preservar estos enclaves.
El matorral de zarzas y espinos constituyen el manto forestal, lindero o borde natural del robledal mesofítico; en ellos predominan las zarzas (de Rubus ulmifolius principalmente), junto con los escaramujos (Rosa sp.), espinos (Crataegus monogyna) y endrinos (Prunus spinosa). Los zarzales rápidamente invaden el terreno tras una tala del bosque mesofítico de robles favorecidos por la oxidación rápida de la materia orgánica acumulada en el suelo. En el paisaje humanizado que observamos estos zarzales adoptan a menudo una disposición lineal, bordeando caminos, carreteras y senderos, o bien separando propiedades a modo de setos vivos. Ello se debe al modelado humano del paisaje tradicional de la campiña, que reservaba esta vegetación para separar los predios o bordear vías de paso. Ello proporcionaba una separación espontánea que resultaba altamente eficaz por la alta protección que brindaba (espinosidad, altura) y por su condición de elemento vivo (no se podía mover). Estos zarzales, en su evolución natural hacia el bosque, se suelen ir poblando de avellanos (Corylus avellana), así como de fresnos (Fraxinus excelsior), arces (Acer campestre) o incluso robles (Q. robur), sufriendo un proceso de emboscamiento hacia una foresta secundaria (setos con árboles), que el ser humano ha mantenido a raya mediante la extracción de leña para combustible o de varas y estacas para usos varios. El seto de zarzas es un elemento de alto valor ecológico y paisajístico que merece esfuerzos para la conservación.
La acidificación del suelo da pie a que no estén ausentes los brezales-argomales-helechales, pero donde el sustrato calcáreo aflora, suelen ser los prebrezales (o intermedios con la agrupación vegetal anterior) quienes se instalan tras la destrucción de zarzales y espinares. Por degradación de los matorrales bajos (mediante desbroce o quema repetida) se pasa a los lastonares de Brachypodium pinnatum subsp. rupestre que se pueden transformar en buenos prados de siega con los oportunos cuidados.
En todos los matorrales de este bosque, los hongos formadores de endomicorrizas, los pertenecientes a los Glomales, son omnipresentes. Sin embargo, en estas formaciones vegetales también podemos encontrar macromicetos saprobios y heliófilos como Agaricus campestris, Clavaria zollingeri, Clavulinopsis helvola, Hygrocybe nitrata, Hygrocybe ovina, Hygrocybe pratensis, Lepista caespitosa, Marasmius oreades, Tremellodendropsis tuberosa, etc.
Algunas de las especies animales habitantes de los robledales de Urdaibai han logrado encontrar su lugar junto al ser humano en la campiña, construyendo sus nidos y madrigueras ocultos en prados, setos, graneros o en el cauce de los arroyos. Determinadas aves, como el zarcero común (Hippolais polyglotta), el mirlo común (Turdus merula), el petirrojo europeo (Erithacus rubercula) o mamíferos como el zorro (Vulpes vulpes) y las comadrejas (Mustela nivalis) se desenvuelven mejor en los bordes del bosque o ecotonos, donde pueden optar por diferentes tipos de alimento y refugio. Así el zorro consume en otoño los frutos de las zarzas o del endrino, mientras que en invierno hace incursiones por la marisma si esta se halla cercana a su territorio, a la caza de cangrejos, pequeñas aves invernantes e incluso peces. Determinadas especies como la curruca capirotada (Sylvia atricapilla), el mosquitero común (Phylloscopus collybita), el papamoscas gris (Muscicapa striata), el camachuelo común (Pyrrula pyrrhula), el pinzón vulgar (Fingilla coelebs), el cuco (Cuculus canorus), el herrerillo común (Parus caeruleus), el carbonero común (Parus major) o el zorzal común (Turdus merula) son las más abundantes. Pero junto a estas especies ubicuas, otras típicas de los bosques caducifolios de Urdaibai dependen de la existencia de masas boscosas de cierta madurez y complejidad para mantener una presencia estable. Así ocurre con los pájaros carpinteros pito real (Picus viridis), pico picapinos (Dendrocopos major) y pico menor (Dendrocopos minor), rapaces nocturnas como el cárabo común (Strix aluco) o diurnas como el busardo ratonero (Buteo buteo), junto con el zorzal charlo (Turdus viscivorus), típico nidificante de esto bosques, la curruca mosquitera (Sylvia borin), el carbonero palustre (Parus palustris), el agateador común (Certhia brachydactyla), el arrendajo común (Garrulus glandarius), el reyezuelo listado (Regulus ignicapillus), el mito (Aegithalos caudatus), el carbonero común (Parus major) y la becada (Scolopax rusticola).
Mamíferos propios de los bosques caducifolios son la ardilla (Sciurus vulgaris), el topillo rojo (Clethrionomys glareolus), el tejón (Meles meles), la garduña (Martes foina), el gato doméstico (Felis silvestris catus), dado que a menudo funciona como especie salvaje, la musaraña de Millet (S. coronatus), el musgaño patiblanco (Neomys fodiens) y la jineta (Genetta genetta), entre otros. Entre los anfibios, la más característica, es la salamandra (Salamandra salamandra), si bien muestra preferencia por los enclaves más altos de la comarca. En los bordes del bosque también viven los sapos común (Bufo bufo) y partero común (Alytes obstetricans), y cuando lo cruza algún curso de agua, hacen acto de presencia los tritones jaspeados (Triturus marmoratus) y palmeado (Lissotriton helveticus), y la rana verde o común (Rana perezi). Entre los reptiles es común el lución (Anguilis fragilis), la culebra de collar (Natrix natrix) y la de Esculapio (Zamenis longissimus) y en los bordes o claros más soleados la lagartija roquera (Podarcis muralis), la víbora de Seoane (Vipera seoanei) y el lagarto verde (Lacerta bilineata).
La alta diversidad faunística del robledal se basa en la también alta producción de invertebrados. Entre los moluscos, son abundantes caracoles como Cepaea nemoralis, predilecta de zorzales y mirlos quienes rompen hábilmente su concha siempre sobre la misma piedra. También abundan babosas, tales como Arion ater. Su grueso tegumento, no resulta apetecible para las aves pero sirven de excelente complemento alimenticio para mamíferos como el tejón. Diversas especies de lombrices de tierra cumplen un importante papel elaborando el rico humus del robledal, y son devoradas por musarañas, lagartijas y zorzales. Llama la atención la gran diversidad de artrópodos que habitan estos bosques. Entre los insectos tenemos al ciervo volante (Lucanus cervus) de la familia de los lucánidos y la del cerambícido Cerambyx cerdo. Ambos son coleópteros xilófagos, es decir, se alimentan de la madera en estado de degradación y frecuentan los bosques maduros de hoja caduca de la zona. El precario estado de conservación de estos insectos se debe a la escasez de robledales (Quercus robur) en la vegetación de Urdaibai, como consecuencia del modelo de explotación forestal vigente.
En los últimos años se han fomentado e intensificado las investigaciones en torno a las diferentes clases de coleópteros. Un reciente estudio (2008) sobre la familia Cerambycidae citó 46 especies en Urdaibai y sus alrededores, representando el 35% de las especies conocidas en la CAV, la mayoría pertenecientes a la fauna eurosiberiana.
Las altas tasas de producción de larvas entre los artrópodos constituyen la base alimenticia fundamental en primavera de todas las aves insectívoras, tales como los páridos, zarceros, currucas y mosquiteros, permiten la supervivencia de esas aves.
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