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La iglesia de San Pedro de Bedaroa, en Ea, fue erigida en el siglo XVI sobre un eremitorio preexistente, pero la fábrica actual es de gusto tardoneoclásico.

Es un edificio de una sola nave de tres tramos, más estrecho el situado junto a la cabecera, con bóvedas de crucería de nervios muy resaltados. El presbiterio, en arco de triunfo con cabecera recta, no está marcado en planta sin oque se halla sobreelevado por tres peldaños.

La nave se ilumina por tres vanos, dos situados en el tramo central y el tercero a los pies de la iglesia, sobre el coro, al que se accede mediante una escalera lateral. Dispone de dos accesos en arco rebajado, uno a los pies y otro en el muro de la epístola, en el primer tramo de la nave. La sacristía se encuentra en la parte de la cabecera.

Iglesia de San Pedro (Bedaroa, Ea). Es uno
de los templos más discretos del entorno.

A los pies de la iglesia, donde se encuentra el pórtico que rodea también parte del muro de la epístola, se eleva una espadaña con dos vanos, hecha en piedra. Recientemente se ha construido un nuevo pórtico en la pared que corresponde al lado del evangelio. La fábrica del edificio es de mampostería, con sillares en esquinas y vanos.

El Retablo del Altar Mayor, construido en 1888, es de factura sencilla. Se divide en dos cuerpos; en el inferior se encuentran las esculturas de la Virgen y del Sagrado Corazón de Jesús, en dos nichos que flanquean la majestuosa imagen del Apóstol San Pedro, de gran belleza, que data del siglo XIV. Las otras tres imágenes que hay en la iglesia, correspondientes a San Ignacio de Loyola, San Blas y San Isidro, son de escasa relevancia.

Nos dice Iturriza que la iglesia originaria constaba de una única nave sin bóvedas. Pero este edificio renacentista amenazaba ruina en el año 1867, por lo que se encontraba cerrado al culto. Las reparaciones que se habían realizado en el siglo XVIII y principios del XIX no había frenado el progresivo deterioro del edificio. Las obras para su reconstrucción comenzaron en 1868 y se alargaron varios años.

Entres las condiciones de dichas obras el arquitecto Pedro Belaunzaran estableció que las piedras nuevas que se emplearan en la construcción de las paredes serían de las canteras de Bedaroa, mientras que las mochetas de las puertas y ventanas, la cornisa del alero y parte de la espadaña se ejecutarían con piedra de la cantera de Zarandona (Ispaster).

A pesar del esfuerzo los problemas no tardaron en reaparecer. En 1918 se realizó un proyecto, cuyos detalles desconocemos, para la reconstrucción de la iglesia, debido al derrumbamiento de las bóvedas de la pared maestra del costado Norte, del tejado, etc., con un presupuesto de 25.732 pesetas.

En 1930 en un informe elaborado por el arquitecto Castor Uriarte con motivo de la caída de varios sillares de la cornisa, se señalan algunos de los problemas que presentaba la nueva iglesia, como la aparición de grietas y la necesidad de reforzar la armadura de la cubierta.

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