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La iglesia de San Martín es el centro parroquial del municipio de Morga. Situada en el barrio de Meakaur se halla enclavada en el núcleo que forma la barriada, sobre un escarpe que limita lateralmente la estrecha hondonada recorrida por la unión de los arroyos Urkulu y Eskerika.

Se trata de un edificio plenamente coincidente con las líneas generales de los templos renacentistas en Bizkaia, en cuanto a la corrección y proporcionalidad de su traza, si bien arquitectónicamente, no muestra rasgo sobresalientes que la singularicen de dicha norma.

Según Iturriza, este templo habría sido fundado en el siglo X, procediendo sin embargo el actual edificio de una reconstrucción posterior que dato en el año de 1580, y la leyenda popular suscribe que esta iglesia fue construida con los materiales procedentes de una antigua casa torre situada en aquella barriada, no habiendo sin embargo constancia real alguna de tales afirmaciones.

Iglesia de San Martin de Morga
Iglesia de San Martin de Morga. El pórtico
subraya la dimensión apaisada renacentista.
El contrapunto en su torre, construida en el
siglo XVII. Todo es muy escueto y elaborado
por el exterior, no tanto por el interior.

Por tanto, según García de Salazar, uno de los primeros señores de Bizkaia, Don Manso o Nuño López, fue enterrado en ella, después de haber muerto a manos de su hijo Don Iñigo Ezquerra, en uno de los múltiples avatares que el cronista describe, y que siempre debe ser comprendido que asimismo anima tal obra. A finales del siglo XVIII, en la relación descriptiva que el cura beneficiado de Morga, Juan Bautista de Bolívar, mandaba a Tomás López para la elaboración de su diccionario geográfico histórico, éste insistía en que “Según tradición la iglesia de San Martín fue Hermita en tiempo tercero Señor de Bizkaia Don Iñigo Esquerra que tuvo su palacio en el paraje llamado hoy Michintu a cien pasos de distancia desde esta Iglesia... Cierto es tambien que hasta el año 1781 se mantuvo un pozo de mucha magnitud, donde siempre se halló agua abundante, sin secarse jamas con los calores del verano, que caia tras dicho Palacio a quatro estados de éste y servia para el uso de la casa, e yo queriendo aprovecharme de dicho terreno en beneficio de la fabrica para quebrantarle y reducir a tierra de pan sembrar llené con los operarios todo el pozo de piedras y en el quebrante hallé cimientos de piedra del Palacio, mas en el dicho año queriendo dar mas ensanche a la iglesia y hacerla un Crucero empece con los oficiales canteros a derribar parte del Altarmayor, y al abrir los cimientos de la sacristia vieja, encontramos mui ondo un sepulcro de piedra arenisca muy fina muy bien labrada con sus encajes y goznes, y en él una calavera de un hombre de mucha magnitud y los zancarrones largos a .los demas guezos correspondientes a una persona y sacamos o inferimos que eran del Segundo señor de Bizkaia don Munio o Nuño, a quien mato su hijo Iñigo Esquerra en la referida pelea...”.

Las primeras referencias plenamente históricas en torno a la citada iglesia proceden sin embargo de momentos bastantes tardíos y están relacionadas a su condición de iglesia de realengo, estableciéndose en la relación de monasterios y oficios que la Corona tenía en el Señorío de Bizkaia para el año de 1416, que las rentas anuales que cobraba dicho patronato de Meakaur –13.000 maravedíes- se hallaban cedidas a Martín Sánchez de Anuncibay. Sin embargo, al margen de estas menciones, los datos históricos que ofrecen tanto la parroquia como su fábrica, son muy escasos en virtud del pobre volumen documental que atesora su archivo eclesiástico.

Al exterior, la iglesia parroquial de San Martín de Meakaur se halla distribuida en los tres clásicos elementos que componen la mayor parte de las estructuras arquitectónicas de este tipo de templo: cuerpo de la iglesia, torre campanario y pórtico que recorre perimetralmente todo el edifico, formando un todo compacto.

El cuerpo de la iglesia se halla construido en su mayor parte por una sillería de muy buena calidad, distribuyendo el espacio al exterior en un único bloque, salvo en la sección que corresponde a la cabecera, donde en altura, la nave se estrecha en lo que corresponde al presbiterio y la sacristía.

Entrada principal
Entrada principal.

Los paramentos de muy buen fábrica, se hallan horadados por vanos que amanecen por encima del tejadillo exterior del pórtico que recorre todo el edificio, y se sitúan en el lado epistolar, con un marcado abocinamiento, en arco de medio punto a lo largo de la nave, y adintelados en los espacios de la cabecera. En su nivel inferior aparecen igualmente pequeñas aspilleras. La única ornamentación que muestran tales muros se limita a un ligero rebajamiento de los mismos que a lo largo de todo el perímetro aligera una inevitable sensación de plenitud, y al ingreso principal, sobrepuesto a la antigua entrada mediante un arco carpanel, decorado al intradós con casetones rectangulares y romboidales, y encuadrado por sendas calles laterales con manieristas columnas corintias, parcialmente estriadas, que soportan un plinto corrido y en triple sección, que se halla ornamentado con pequeñas cabezas de querubines. Las citadas calles se asientan igualmente sobre basamentos en las cuales quedan situados a ambos lados, pequeños aguamaniles. En las hornacinas laterales, entre las columnas se sitúan sendas imágenes de San Pedro y San Pablo de torpe ejecución en un barroco que se estima del siglo XVII.

La torre se sitúa en el lado posterior, opuesto a al altar. Tiene una sólida estructura reforzada por su cúbica composición, y se halla distribuida en dos cuerpos separados por una moldura lisa que se sitúa a la altura del tejado de la nave. El cuerpo inferior se asienta bajo dos potentes arcos de medio punto que cumplen la triple funcionalidad: la citada de asentamiento del cuerpo de la torre, la de representar sendos contrafuertes que contrarrestan el empuje del paramento principal, y por último, la de compaginar ambas funciones con la posibilidad de no interrumpir la continuidad del espacio porticado el cual se prolonga bajo dichos arcos en la parte posterior del conjunto. El cuerpo superior mantiene la misma solidez que el anterior y tan sólo se abre escasamente en dos alturas mediante un vano adintelado a cada lado, y sobre el únicos arcos de medio punto que alojan el campanario. El tejado de dicha torre, situado sobre una sencilla imposta que recorre los cuatro lados, es a cuatro aguas y se halla rematado en los vértices por respectivos pináculos piramidales de bolas, y en el centro, por un pequeño lucernario cuadrangular que alberga una última campana.

Interior
Interior

El tercer elemento exterior, el pórtico, recorre a baja altura toda la extensión perimetral del edificio, mostrando parcialmente un enlosado de piedra. Cubierto por un tejadillo a única agua, éste se sustenta sobre el cuerpo de la iglesia, y sobre un entramado compuesto en su fachada principal de ligeros machones de madera que engarzan con las viguetas superiores mediante un rústico sistema de jabalcones, machihembrados –muchos de ellos curvados-, y en las fachadas septentrional y oriental, por pequeños pilares troncopiramidales asentados sobre un alto murete que forma parte del elemento sustentable. Este murete se prolonga igualmente por el lateral principal que acoge el ingreso, contando con menor altura y con un banco corrido en su interior, y asimismo, a lo largo de todo su recorrido se interrumpe en tres portillos, uno de los cuales se dirige al cementerio prolongándose en una ancha escalinata de piedra. Al exterior, las dimensiones del mismo llegan a alcanzar características apreciables, salvando los desniveles naturales del terreno. Como único elemento ornamental, presenta tal murete en su parte posterior, junto a uno de los grandes arcos que sustentan la torre, una estela antropomórfica, embutida en el mismo, de difícil especificación.

El tejado del pórtico es a una única agua si bien se interrumpe en tal uniformidad en su parte posterior por la presencia del alzado de la torre, y a la altura del ingreso, dignificando tal espacio, mediante su reconversión en dos aguas, con eje perpendicular al desarrollo del mismo.

Al interior se presenta en una única nave. Su techumbre se diluye en secciones de bóvedas de aristas, sustentadas sobre arcos torales que descansan sobre inmensas pilastras que definen una parte fundamental de la estructura arquitectónica. Estos arcos subdividen el recorrido de la bóveda en diversas secciones a cuyos lados se abren profundos lunetos que albergan en el lateral de la epístola, los ya citados vanos que suponen la única incorporación de luz natural de todo el templo.

La construcción de la bóveda procede de 1853, año en que el maestro de obras Martín Luciano de Echévarri, vecino de Bilbao, manifestaba su necesaria construcción ante el mal estado del armazón del techo.

Las dimensiones de las pilastras laterales y la profundidad de la ruptura de los lunetos, originan pequeñas capillas laterales coronadas por grandes arcos de medio punto. Algunos de los cuales, presentan pequeños altarcillos.

El espacio del presbiterio queda separado del resto de la nave por un gran arco triunfal de medio punto, decorado al intradós con figuras geométricas romboidales que remarcan la singularidad de las supuestas dovelas, y cuya anchura se derrama posteriormente en toda la bóveda del altar en forma de medio cañón, igualmente interrumpida por sendos lunetos laterales. El espacio en su base, queda dignificado por su elevación y acceso por una triple escalinata semicircular de mármol, alojando además de una moderna ara de mesa, el retablo principal presidido por el venerado San Martín de Tours.

Retablo mayor
Retablo mayor.

Todo el templo al interior se halla revestido por una decoración pintada que imita la presencia de sillares, y en ciertas líneas de mayor protagonismo, otras pequeñas decoraciones florales que no hacen sino remarcar tales aristas, y que de una manera un tanto recargada y rústica, terminan por rellenar los espacios vacíos dando qué pensar que, bajo el estuco, muy probablemente puedan aflorar semejantes sillares a los existentes en el exterior del edificio.

En el contraaltar, toda la anchura de la nave se halla ocupada por un espacio de coro, sustentado por un amplio arco escarzano que arranca de las respectivas pilastras laterales. El acceso al mismo se sitúa por una escalera claustral en el ángulo suroeste.

Por sendos accesos adintelados, situados en los laterales del presbiterio se ingresa en el espacio de la sacristía, situada en la parte trasera del altar, la cual se individualiza en ya en su correspondencia con los volúmenes exteriores. Su construcción se cifra en el año de 1804, después de que se erigiera ya una nueva con anterioridad en 1779. Tal construcción última fue realizada por el maestro de obras Simón Esteban de Emparan, vecino de Gernika.

El mobiliario interior se reduce básicamente a los tres retablos que conforman el espacio delantero del templo: uno central en el presbiterio, y dos colaterales a ambos lados del arco triunfal. El primero, de estilo renacentista, se halla presidido por la presencia de un San Martín de Tours majestático, bajo dosel en de forma de valva de concha, y se compone de tres calles distribuidas en dos altares más ático. A lo largo de las mismas, se distribuyen diversos relieves con pasajes de la vida del santo, policromados, con una labra de media calidad; de una parte, su nacimiento y bautismo, a ambos lados de la figura central entronizada, ocupan la altura superior del cuerpo del retablo, enmarcándose dichos relieves por ambos lados con pequeñas columnas corintias, estriadas en todas su superficie y con ligero éntasis central. En la altura central inferior, y de izquierda a derecha, se sitúan los tres relieves restantes que representan su nombramiento como obispo, su muerte –ensalzada por la centralidad que ocupa en dicha altura, por las mayores dimensiones de la escena representada, así como por la profundidad de la hornacina recorrida al interior y en el intradós del arco que lo cubre, mediante casetones- y el conocido pasaje por el que, siendo aún soldado, cedió su capa a un simbólico mendigo. Estos relieves inferiores se hallan igualmente enmarcados lateralmente por columnas corintias, con capiteles muy simples y estrías en disposición oblicua, coronándose por frontones semicirculares interrumpidos.

Coro
Coro.

Entre ambas alturas, e igualmente entre la segunda y el ático, se sitúan gruesas molduras decoradas con motivos florales que remarcan el espacio o calle central, mediante ligeras sobreposiciones de la misma.

Finalmente, en el nivel superior o ático, el retablo queda coronado con la escena de un calvario de menores dimensiones, compuesto de un crucificado, Virgen y San Juan, que se sitúa estratégicamente como prolongación de la calle central y bajo un haz de rayos.

Los dos retablos colaterales están constituidos por un única calle con dos alturas, y sendos altares en sus niveles inferiores, la distribución de los espacios es muy similar entre sí, aunque la especificidad formal si implica notorias diferencias. El de la derecha, con una primera altura ocupada por un Santiago Matamoros, esculpido en altorrelieve, se halla flanqueado por sendos pares de columnas salomónicas y su clásica decoración en racimos de flores; sobre esa altura, un San Sebastián exento culmina el retablo sobre una hornacina en medio punto bajo una frondosa acrótera de acanto. El de la izquierda, se halla presidida por la Virgen del Carmen con niño, situada bajo una profunda hornacina, y flanqueada ésta por sendos pares de columnas de referencia corintia, si bien adornados con iguales racimos dando un efecto de cierto retorcimiento que en nada afecta a la estructura del fuste. Sobre esa altura, el retablo queda finalmente rematado por un segundo nivel igualmente decorado con recursos florales.

Junto a estos tres retablos laterales que ocupan el sector de la cabecera, se instalan en los laterales de la nave, en su segundo tramo, otros dos que aprovechan la profundidad de los espacios marcados por las amplias pilastras de la estructura. Son retablos neoclásicos ejecutados por José María de Careaga entre 1859 y 1861, diseñados por Martín Luciano de Echévarri y dorados por José Dapausa, que ofrecen cierto interés con huellas de un sinuoso barroquismo. Están ambos dirigidos a la advocación de la Virgen Dolorosa y de San Juan Evangelista y albergan igualmente imágenes de San Antonio Abad, San Juan y San José.

Un tercer retablo lateral, ya en el tercer tramo de la nave, está dedicado a la Inmaculada, ofreciendo modelos cercanos a otros modos neogóticos, reaprovechando un pequeño sagrario del siglo XVIII.

El conjunto ornamental interior se completa con el púlpito lateral, de corte neoclásico, si bien reutiliza elementos de otro anterior, tales como los hierros de acceso y su cúpula.

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