Cualquiera que entre en el interior de la iglesia de San Martín de Arrieta interpretará que está ante un edificio renacentista con soportes internos de tipo toscano entregados a la pared, que sostienen los fajones de su cubierta tabicada de baídas. No se trata sin embargo de un edificio renacentista sino neoclásico. Del renacimiento no guarda otra cosa que la torre, con sus vanos conopiales y su decoración de pomas, de comienzos del siglo XVI, gótico-renacentista, y la portada, afectada ya por el clasicismo y constituida por un notable arco de triunfo documentado cómo obra de Mateo de Bajeneta, maestro tracista conocido en la zona.
Su planta, de una sola nave distribuida en cinco cortos tramos, se cubre con bóvedas que caen a pilares toscanos adosados a los pobres muros de la iglesia. Estos soportes internos generan pequeñas capillas poco profundas. La cabecera, más estrecha, dispone de una pequeña cúpula. El frontis del pórtico también se construye en el siglo XIX y en estilo neoclásico, enlazando con dos grandes arcos la iglesia y la torre.
El edificio, que estaba a punto de caerse el año 1615, sufrió una notable reparación durante ese siglo. En 1629 se trabajaba en la portalada y en 1655 en la sacristía, en la que las obras fueron realizadas por maese Juan Ochoa de Landia, cantero muy diestro cuya labor sin embargo no ha llegado hasta nosotros. Mientras, los trabajos de la torre se llevaron a cabo en 1747. El edificio fue aguantando mal que bien hasta entrado el siglo XIX, cuando se reconstruye de forma parecida a la de San Pedro de Galdames, pero con cubierta de baídas. Por esa razón de parentesco puede atribuirse a Juan Bautista de Belaunzaran, quien hizo también el pórtico, con obra de cantería en la parte que da a la plaza. Lo demás es ordinario, de pies derechos sobre cerquilla de piedra.
Junto a la iglesia se alzaba hasta hace no muchos años la casa cural, derribada en la actualidad.
Interior de la iglesia
En el interior del templo existe un destacable retablo gótico que refleja, en diferentes bajorrelieves, lo que aparenta ser la vida de San Martín. Sobre él, a bastante altura, se aprecia un calvario de buena calidad y las figuras de la Dolorosa y San Juan. Por bajo de los seis paneles del retablo están alineadas ocho figuras que representan ocho apóstoles, perteneciendo todas ellas a una uniforme talla gótica de buena factura. La nave contiene otros cuatro altares presididos por un Cristo Yacente, San Antonio, la Inmaculada y San Roque con el Sagrado Corazón, San Isidro y San José. Ya en el tercio final de la iglesia, configurando una capilla adosada al edificio y levantada en nuestro siglo, existe otro altar presidiendo el enterramiento perteneciente a los marqueses de Acillona.
Por último, en el coro cabe destacar un escaño policromado en tres asientos, en la actualidad muy estropeado. La cruz parroquial es de estilo plateresco y además se conserva en el templo un terno de terciopelo rojo que se cree del siglo XIV.
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