Este Convento fue establecido por primera vez en el año 1422 y la causa fue que dos hijas de la casas de Arteaga y hermanos del Primer Guardian de Izaro P. Fray de Martín de Arteaga, se recogieron en este punto para llevar vida de soledad y virtud, tomando el hábito de la Tercera Orden de San Francisco. Más tarde animadas por el ejemplo de estas dos hermanas y viendo como adelantaban en el camino de la virtud se les unieron otras guardando la Regla de Santa Isabel y tomando el título de beatas de la Tercera Orden de San Francisco hasta el año 1618, o sea, 196 años. En dicho año hicieron el voto de clausura y pidieron al Provincial de Cantabria que entonces era Fray Juan de Solaguren, le nombrara una Abadesa que perteneciera a la orden de Santa Clara como fundadora y reformadora, pues tenían vivísimos deseos de pertenecer a dicha Regla, y viendo el susodicho Padre sus sinceros deseos, previa licencia del Nuncio Apostólico, Antonio Caetano, nombró como Abadesa a la Sra. Dña. María de Arteaga, religiosa de altas prendas y acrisolada virtud, perteneciente al Convento de Santa Clara de Medina de Pomar. Comenzó su labor de instruir a las religiosas en las esencias de las Reglas de la Orden de Santa Clara y llevando a cabo dicho objeto fundó en este convento la Regla y Orden de Santa Clara que hoy profesan.
El acto oficial de la fundación se celebró el 16 de septiembre de 1619 siendo Provincial el Fray Francisco de Zerain.
Situado a extramuros de la Villa de Gernika, en terrenos de la jurisdicción de Lumo, se encontraba situado junto a la ermita de Nuestra Señora de la Antigua, y a una distancia de “diez y siete varas y a la parte de levante se encuentra el famoso y renombrado árbol de Guernica, bajo el cuál se celebraban Juntas Generales del Señorío de Vizcaya (…)”. Este Convento, por su cercanía a la Villa y al lugar más emblemático del poder político y las libertades que gozaban los vizcaínos, fue asaltado y ocupado a lo largo del tiempo por varios ejércitos, entre ellos las tropas francesas.
De la arquitectura religiosa contemporánea, merece la pena ser mencionado el Convento de las clarisas de Lumo, donde la recuperación moderna de viejos edificios religiosos impone el estilo neomedieval (combinando el neorrománico y el neogótico). Se podría decir que la iglesia que se sitúa justo al lado del convento (en realidad pertenece al mismo), responde al gusto neoclásico italiano. La fachada exterior de la iglesia está realizada, en su parte baja, en caliza roja de Ereño, y está dividida en dos cuerpos, coronándola la linterna del campanario. Al interior dispone de una única nave y una amplia capilla lateral, y el ingreso se realiza a través de un acceso porticado con arcos de medio punto laterales, colocados sobre pilastras, mientras que en el segundo nivel, los arcos de medio punto laterales son coronados por sendos frontones triangulares. Rematando el eje principal de simetría presentado por la fachada, se sitúa una torre ochavada.
Algunas obras debieron de preverse en el convento de las clarisas de Lumo, ya que allí se halla una referencia escrita por la que el cantero Juan de Basteguieta ofrece al convento servicio de acarrear cien carretas de piedra buena de mampostería; 20 de las carretadas se cobrarían a dos reales y medio y el resto, las otras ochenta, a dos reales, teniendo que ser ellas entregadas antes de Navidad, y las restantes, por Pascua de Resurrección.
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