La ermita de San Bartolomé se localiza en el barrio San Bartolomé, junto al camino vecinal que conduce al barrio de Axpe.
Es un edificio de planta rectangular (11,80 x 6,70 m). Tiene los muros de mampostería vista con esquineros de sillería. La cubierta es a cuatro aguas sobre dos cerchas. La espadaña, con un vano en el que se halla la campana, es de sillería. Tiene puerta adintelada al SE. Sobre las dovelas del dintel de la puerta está grabado el año en que se terminó de construir, 1794. Tiene dos ventanas adinteladas al NE y SW. El pavimento está formado de losas de piedra. El coro es de madera. El pórtico que tiene a los pies está formado por dos columnas de fuste liso y ligera éntasis central. Cada columna está hecha de un solo bloque de piedra arenisca. La pila de agua bendita que se encuentra a la entrada es de roca caliza dura y oscura, como los sillares que enmarcan la puerta. La techumbre es de madera.
Las imágenes que conservan son las de San Bartolomé, la Magdalena y San Agustín.v
Buena. Fue reconstruida el año 1980 a cuenta de los vecinos.
Refiriéndose a la imagen de San Bartolomé, Carmelo de Echegaray dice:
"La actual ermita de San Bartolomé es posterior al año 1700; pero se cree que procedía de la construcción anterior una imagen muy tosca del Santo Apóstol que antes guardaban en el caserío Anguiz".
María Victoria Gondra por el contrario escribe:
"...un retablo barroco y la imagen del patrono, que algún autor colocó en el caserío Anguiz; sin embargo los moradores de él, que habitan hoy una casa vecina (...), no recuerdan haber tenido la imagen en su morada y sólo por transmisión oral creen haber escuchado a sus mayores que en alguna ocasión ésta se ocultó en el pajar
.Esta ermita figuraba en el Libro de Fábrica de las primeras décadas del siglo XVII. Por ejemplo, en el “Data” del Libro de Fábrica de 1625 figura un gasto de 89 reales, pagados al el carpintero por la obra que hizo en la ermita de la Magdalena. Esta ermita no es otra que la de San Bartolomé, ya que en el “Cargo” del mismo libro y de dos años después figura un ingreso de 51 reales procedentes de la ermita de “la Magdalena y San Bartolomé”. De todas formas, la advocación de la Magdalena era menos usada que la de San Bartolomé.
La ermita de San Bartolomé entraba también en el itinerario seguido por las procesiones que se hacían todos los años a partir de la “Concordia” de 1755:
“(...) En la feria tercera se haga la procesión y Letanía en la misma forma; y que dha la misa por uno dhos señores Beneficiados en la dha Hermita de San Christobal y San Nicolas, pase y vaya la procesión segun la costumbre qe. ha havido hasta aquí, a la Hermita de San Miguel del Barrio de Altamira y desde allí á la Hermita de San Bartolomé de San Bartholomé del Barrio de Amunategui, sitas ambas en esta dha Ante Yglesia, y desde dha Hermita de San Bartholomé buelba la procesión y se termine, y acabe en la yga Parroquial”.
Según el ya citado auto de visita de 1793, la ermita de San Bartolomé se hallaba en muy mal estado de conservación:
“Asi mismo se visito la Hermita titulada de San Bartolomé cuio tejado se vio totalmente arruinado y en el interior sin adorno alguno, por lo que mandaba y mandó S.S.I. a las personas obligadas a la conservación de ella que dentro de quatro meses de la publicación de este auto levante el tejado, la adornen, y aun pongan de modo que se pueda celebrar en ella el Santo Sacrificio de la Misa, dejándola a satisfación del Vicario para que proceda a su demolición conduciendo la efigie del santo a la parroquia y haciendo poner una cruz en señal de haber sido lugar sagrado, lo que cumpla pena de veinte Ducados”.
Gregorio de las Cagijas encarnó y doró en 1792 la imagen de San Agustín para la ermita de San Bartolomé. Los encargados de la conservación de la ermita, como es evidente, optaron por demolerla y construirla de nueva planta. Se construyó en una propiedad de la iglesia, en Angiz Beazkoa. Por este motivo se le rebajó algo la renta al inquilino que cultivaba esa propiedad. Esta nueva ermita se construyó durante la segunda mitad de 1793 y se terminó en 1794. En el dintel de la puerta de acceso a la ermita está grabado este año, pero los gastos ocasionados por su construcción figuraban en el ”Data” de 1793: “7.517 reales coste total de la hermita de nueva planta del glorioso San Bartolomé”.
El suelo de la nueva ermita de San Bartolomé fue dorado por el maestro Antonio de Zavala en 1802 por 1.274,14 reales. En 1804 la Fábrica pagó 1.203 reales a D. Mariano Pablo de Albiz por el coste del retablo y su doración. Seguramente D. Mariano prestó el dinero a la Fábrica para poder realizar estas obras. El dorador sería, probablemente, el mismo que dos años antes había dorado el suelo D. Antonio de Zavala.
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