La primitiva iglesia de San Vicente, según Iturriza, fue fundada por los labradores censuarios de los Señores de Vizcaya en el siglo X en la loma de Arbatzegi y la hace corresponder con la actual ermita de San Miguel. El estado actual de la ermita no hace entrever que en su día pudiera ser parroquia, pero siguiendo a Iturriza afirma que en su época (segunda mitad del siglo XVIII) estaba demolida en su mayor parte pero conservaba una parte de la laboriosa arquitectura en su costado meridional, lo cual corrobora Delmas un siglo más tarde siendo testigo de la primorosa y bien labrada puerta gótica de su costado meridional.
El año 1550 el patrón y duelo de la casa solar de Munditíbar y cofrades de Totorika, Aldaka y Berreño deciden trasladarse desde el barrio de Arbatzegi o San Miguel a su lugar actual en el barrio de Munitibar, ante la oposición de los cofrades de Arbatzegi, Uriona y Gerrika. Este traslado provocó violentos enfrentamientos entre las diferentes cofradías de vecinos, y se alegó para llevarlo a cabo lo montuosos y frío del emplazamiento original, su estado de decadencia y el hecho de que el barrio de Munitibar era el centro de la feligresía.
Nada se sabe del estilo original de esta nueva parroquia ni de su evolución constructiva hasta que en 1850-1851 se llevaron a cabo las obras de reedificación que dieron lugar al edificio de la actualidad. Edificio neoclásico de nueva planta, ya que aunque en un principio se pensaba reutilizar algunas paredes luego derribaron hasta los cimientos. Lo único que conserva de una anterior etapa constructiva es la torre de campanas, a los pies de la construcción, torre barroca realizada por el hermano carmelita Marcos de Santa Theresa en 1724.
Esta torre fue construida por el maestro cantero de Berriz, Pedro Arguinzóniz bajo la traza y condiciones establecidas por el hermano carmelita en 1724.
* Dispondrá de 3 cuerpos y 9 ventanas, cimentados en tierra firme con piedras muy crecidas y de lechos llanos en 4,5 pies de ancho.
* El exterior se realizará en piedra labrada a picón menudo y la última hilada llamada faja será un poco más sobresaliente y marcará el comienzo de la mampostería.
* La torre en su parte baja, en el pórtico, dispondrá de unos arcos que llevarán su imposta llana de 1 pie de altura y 2 onzas de salida, dichos arcos pueden tener una faja que los circunde al menos por el exterior.
* La bóveda será de arista, y en el espacio entre ésta y el suelo de las campanas exteriormente se dispondrá una ventana de 4 pies de altura y anchura en cada una de las paredes.
* El costo total de la torre fue de 585 ducados de vellón.
Cuando en 1851 se reedificó la iglesia, el arquitecto mantuvo la torre. El arquitecto Mariano José de Lascurain, de Bergara, diseñó un edificio neoclásico de una sola nave con dos grandes capillas abiertas a modo de crucero y mantuvo el primer cuerpo de la torre y muro zaguero. Se especificaron unas condiciones de reedificación que básicamente fueron:
* Las obras de cantería se construirían simultáneamente para que lleguen a la vez a las alturas de los cruzamientos de las cornisas, trabajando entre sí las nuevas paredes pero sin enlazarlas con las anteriores.
* Los esquinares, huecos, cornisas e impostas se harán con piedra sillar de las canteras de Okiz de buena calidad y tamaño, labrándose la cara visible a trincheta regular con los movimientos correspondientes sin ondulaciones, ni alabeos.
* El pavimento del presbiterio, pila bautismal, andenes de la nave principal y de una capilla a la otra, se enlosará con losas labradas a pico menudo.
* Expone también una serie de condiciones técnicas que explican el modo de sujeción de la armadura principal del edificio.
Dentro de estas condiciones, aparte de las referentes a cantería y anteriormente descritas, también hacen referencia a la carpintería y a la albañilería. Dentro de la primera destacan las condiciones del armazón de la bóveda principal con 4 pulgadas de altura y 2,5 pulgadas de canto, además las uniones de las piezas de las cuchas deberán empalmarse a media madera con las puntas en dirección a los centros de los arcos y asegurados por los costados con tablas de buen grosor. Se ordenará también al carpintero que haga dos retablos de orden dórico con sus correspondientes mesas de altares, que serán de castaño e irán pintadas, para las dos nuevas capillas.
Los techos irán abovedados únicamente en el coro, presbiterio, capillas y nave principal.
Las obras de cantería las realizaría Juan Malax Echevarría, maestro cantero de Markina. La carpintería la realizaría Pedro José Loyola de Markina y la albañilería Victoriano Altuna de Arechavaleta. El coste total de las obras fue de 110.656 reales.
El año 1875 se llevó a cabo una nueva reforma que afectó básicamente a la bóveda de la nave principal. Se consideraba que la bóveda de cañón seguido en perfil elíptico resultante era baja respecto a la anchura del templo y además apremiaba la apertura de ventanas y respiraderos dada la escasa luz y peor ventilación.
Se pretendía dar mayor altura y esbeltez a la bóveda, abrir dos ventanas en el lado meridional y pintar al temple y al fresco el interior.
Fueron abiertas dos ventanas en el lado meridional sobre la línea de imposta. Ventanas de 4 con 6,5 pies en sus mochetas, enmarcadas en piedra de sillería tanto dinteles como alfeizares y antepechos labrada a cincel y trinchete. Abiertas estas dos se podrán cerrar otras dos que se encuentran sobre los altares colaterales, pudiendo elevarse la altura de éstos.
La reforma principal era la de la bóveda que es elevada, aumentado el número de corbatones en 6 líneas más, cada corbatón se compondrá longitudinalmente de tres piezas: dos de los extremos que serán de mayor curva y uno central o del plafonado con menos curva. Además para dar sensación de mayor realce se construirán seis tímpanos, tres por cada pared, perfectamente espigados y afianzados con abrazaderas y tornillos.
Posteriormente se procedería a la decoración del interior recortando tres florones de 5 pies de diámetro que se podían cubrir de cristales y aportarían luz. Finalmente se pintaría un zócalo de 4 pies de altura y 16 pilastras paneladas hasta la imposta general, imitando sillería. Encima de la imposta se formarían por cada lado 4 basas lisas en forma de sotobancos que reciben las aristas de la bóveda. Estas aristas serán fajeadas y en sus sombras y en los tímpanos intermedios se formarán apanelados a tres colores con un medallón elíptico en medio de cada panal. El plafonado estaría decorado con un gran panal central con los mencionados tres florones centrales rebordeados con pinturas.
El costo de estas reformas ascendería a 9.885 reales de vellón, pero desconocemos su ejecutor.
Tras esta reforma de 1.875 no ha sufrido otras hasta la actualidad, conservando el aspecto de 1875. Se trata de un templo de una sola nave rectangular atravesada a la altura del presbiterio por un brazo que a modo de crucero forma dos grandes capillas en sus extremidades, por lo tanto podría calificarse su planta de cruz latina.
Exteriormente destaca por su volumen el edificio de la nave principal cubierto por tejado a tres aguas, al final del cual sobresalen por ambas paredes las edificaciones de ambas capillas. En la cabecera del edificio destaca un ábside cuadrangular en dos alturas: la superior alberga el presbiterio y la inferior, que rodea a éste, la sacristía.
La torre, situada a los pies del edifico sobre la entrada principal, es porticada en su cuerpo inferior con dos grandes arcos de medio punto, formando de esta manera y amplio pórtico que cubre la fachada delantera y las laterales hasta llegar a las capillas.
En el interior de la nave principal finaliza el presbiterio, elevado sobre una plataforma de piedra, al que se accede a través de un enorme arco de medio punto, rodeado de otros dos de igual tamaño, que dan acceso a las capillas, los espacios de presbiterio y capillas están cubiertos por pequeñas bóvedas de cañón.
La nave central esta cubierta por bóveda de cañón seguido en perfil elíptico, tras la reforma de 1875 resultó la bóveda actual elevada y realzada con seis tímpanos, tres por cada pared cuyas aristas finalizan en una línea de imposta que recorre todo el espacio a una altura de dos tercios. El último espacio parcialmente abovedado es el coro, situado a los pies del edificio sobre la entrada principal y cuya formulación es el aspecto constructivo más interesante de todo el edificio.
Se trata de un pequeño coro recto de piedra sostenido por dos grandes pilastras de piedra que encuadran el acceso principal al templo. Se accede a él gracias a una escalera de madera en ele, siendo cubierta recta en los laterales y abovedada en el centro, sostenida por dos pilastras prolongación de las del piso inferior donde finaliza la línea de imposta.
La sacristía se encuentra situada en la cabecera del templo, en el nivel más bajo que forma el ábside cuadrangular, se accede a ella a través de una puerta adintelada situada en la parte meridional del presbiterio. Rodea al presbiterio por su pared derecha y por detrás que es la sacristía propiamente dicha, un espacio rectangular de tamaño medio y techo liso, ampliamente iluminado por cinco ventanas adinteladas.
En cuanto al sistema de iluminación, el mejorarlo fue también uno de los motivos de la reforma del año 75. Se le añadieron dos ventanas en el lado meridional sobre la línea de imposta en arco escarzano y enmarcadas en sillería, quedando ciega la pared septentrional que exteriormente tiene adosada encima del pórtico una pequeña edificación, produciéndose en el interior un efecto disimétrico.
El resto de los vanos mantienen la simetría, en cada una de las dos capillas se abre un gran vano en arco de medio punto iluminado profusamente la subida del altar que dispone a su vez de otras dos ventanas simétricas y adinteladas.
Finalmente el coro dispone de otros tres vanos adintelados, dos de ellos de gran tamaño dispuestos simétricamente en la pared frontal del mismo, y uno tercero más pequeño en la pared meridional.
El sistema de iluminación es adecuado al tamaño del templo, destacar la mayor profusión de vanos en la pared meridional que al estar orientada al sur recibe mayor iluminación e insolación.
Exteriormente, la distribución del edificio, todo él realizado en aparejo de sillarejo o mampostería a excepción de esquinares, enmarque de vanos y accesos, dos contrafuertes hacia la mitad del edificio uno por cada pared, y la parte superior de las dos capillas donde una pequeña cornisa forma una especie de tímpano que junto con el arco de medio punto de la ventana está todo él realizado en sillar.
Especial atención merece la torre barroca de 1725 formada por dos cuerpos cuadrangulares sobre el pórtico y a los pies del edifico. El primer cuerpo todo él de sillería separado del segundo en mampostería por una línea de imposta, realizada bajo planos del carmelita Marcos de Sta. Theresa, aunque con variaciones del proyecto original, este segundo cuerpo dispone de cuatro vanos, dos por cada pared lateral, el superior en arco de medio punto y el inferior adintelado.
Dispone de tres puertas de acceso, dos laterales adinteladas y muy sencillas y la principal bajo la torre y cubierta por el pórtico un gran arco de medio punto con diversas molduras que configura una preciosa portada renacentista.
El pórtico que como se ha dicho, rodeaba la zona de los pies y los laterales hasta las capillas, llevaba un entramado de madera sostenido por siete columnas toscanas procedentes del derruido palacio propiedad de la familia patrona situado donde ahora está el frontón.
Dentro de la austeridad decorativa del neoclasicismo, los tímpanos formados en los edificios de las capillas a imitación de los clásicos, por medio de esa cornisa de piedra; el arco de medio punto moldurado de la portada y un pequeño escudo de la casa de Arteaga en la pared meridional probablemente reutilizado del edificio anterior.
En el interior dos únicos elementos decorativos son los retablos: el principal y los dos pequeños colaterales, además de los retablos de las capillas de escaso interés.
El retablo del altar mayor es un bonito ejemplar de la segunda fase del barroco, sumamente decorativo. De pequeño tamaño consta de dos cuerpos más cornisa o remate, y de tres calles. El primer cuerpo se compone de un gran arco de medio punto en la calle central adornado con conchas y grandes ces, que custodian una imagen de Cristo crucificado; a ambos lados y dispuestos en hornacinas con doseles en forma de concha de dos estatuas del Sagrado Corazón de Jesús y de María. La decoración es abundante de floretones, motivos curvos con terminaciones avolutadas y grandes modillones sobre los que se apoya la cornisa.
Este segundo cuerpo de estilo corintio está profusamente decorado y dorado. Destacan las columnas salomónicas que en parejas sujetan la amplia cornisa final. Son columnas muy decoradas con parras y uvas, rematadas por capiteles de orden corintio profusamente dotados y que encuadran dos estatuas de San Juan Evangelista y de San Antonio sobre pedestales y con pequeños doseletes. En la calle central la imagen de San Vicente bajo arco de medio punto coronado por grandes palmas y motivos vegetales. El remate o cornisa que acentúa la verticalidad del retablo imita al de muchas iglesias barrocas como por ejemplo la iglesia del Gesú de Roma, consistente en un pequeño frontón clásico unido al segundo cuerpo por unos aletones. A ambos lados del remate dos escudos de la casa de Arteaga de la que procede la familia patrona. El remate lleva en medio un rosetón con vidrieras que acentúa el colorismo.
En cuanto a las esculturas destacar el Cristo Crucificado que llama la atención por su expresión y movimiento, de anatomía marcada con los nervios de los brazos, pero de factura delicada en el rostro. Cabello y barba lanudos y paños pegados al cuerpo, podría ser renacentista, de la época manierista.
A la altura de las gradas que ascienden al presbiterio y a ambos lados de ellas se disponen de dos pequeños retablos compuestos de un pequeño cuerpo y remate, se hallan dispuestos sobre altares. Son retablos barrocos cuya función es servir como marco a unas pequeñas esculturas que irán encuadradas por cuatro columnitas serpeantes, dos y dos por cada lado que llevarán basas y capitel compuesto. Junto a las columnas una pequeña pilastra de capitel compuesto, y otras ellas sujetarán una pequeña cornisa partida y movida que dará paso a un pequeño remate al estilo del altar mayor, con pequeño frontón clásico rodeado por aletones, frontón que albergará una pequeña escultura.
La decoración será muy profusa y muy delicada a base de hojitas, elementos vegetales y al igual que el altar mayor estos elementos decorativos, así como basas, capiteles, cornisas, etc., irán decoradas sobre fondo crema.
El retablito de la izquierda alberga en el primer cuerpo una Andra Mari que presenta todo el aspecto de ser gótica, con el niño lateralizado sobre la rodilla izquierda y una factura muy delicada en el rostro, con la típica sonrisa gótica y unos rasgos muy finos. Se presenta policromada y es de muy bella factura.
El de la derecha, presenta una imagen de la Virgen del Rosario en actitud orante con las manos entrelazadas. Muy delicado el trabajo del rostro y manos y paños del manto de tipo acuchillado. Estas características y la forma de huso que tiene la estructura permiten encuadrarla dentro del barroco etapa intermedia.
Por último los retablos de las capillas. En 1851 cuando la reedificación del templo, se mandó hacer dos nuevos retablos de orden dórico para estas capillas al carpintero Pedro José Loyola de Marquina. Uno de ellos es el que se conserva en la capilla de la izquierda, el otro hubo de ser sustituido al ser destruido por un obús durante al guerra civil.
El de la izquierda es el típico retablo neoclásico de orden dórico gigante y como es común policromado imitando el mármol. De las dos esculturas que alberga destacan una Dolorosa de bellísima factura, con un trabajo muy delicado en las manos implorantes y en su rostro trastornado por el dolor. Se representa policromada con la túnica estampada en oro. Podría encuadrase dentro de la segunda etapa del barroco, aunque el trabajo de los paños correspondería más a la etapa rococó del paño modelado.
El de la derecha fue restaurado después de la Guerra Civil y se hizo un retablo sencillo que consta de un arco de medio punto sostenido por dos estípites de orden compuesto. Alberga dos esculturas de San Joaquín y Sta. Ana de gran tamaño que, según Ybarra, corresponden al retablo desaparecido. El trabajo de los músculos es muy pobre, pero San Joaquín presenta una espesísima barba al estilo del moisés de Miguel Ángel. Tienen todo el aspecto de pertenecer a la época renacentista o una copia de las características de esa época.
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