Esta iglesia se ubica en el barrio de Akorda, en Ibarrangelu.
Su advocación es de Santa María de la Gracia. Iturriza la llama Santa María Engracia, por lo que algunas veces ha sido confundida con Santa Engracia, mártir zaragozana.
Es un edificio de planta rectangular, modesto, de reducidas dimensiones, con sacristía en al cabecera que sobresale en planta, y a los pies tiene un pequeño coro central, a cuyos lados se hallan el baptisterio y la torre.
Es de una nave, dividida en tres tramos por arcos de medio punto y capillas bajas entre los contrafuertes. La cubierta es de bóveda de lunetos.
Únicamente tiene dos vanos; uno pequeño rectangular, abierto en la “capilla” del lado de la Epístola; la luz que penetra por él ilumina directamente la cabecera; y otra ventana de tipo termal, amplia, a los pies de la iglesia en el pequeño coro.
La sencillez del interior se corresponden a un exterior pobre, de mampostería con las esquinas reforzadas mediante sillares. A la altura del arranque de las bóvedas se aprecia la reconstrucción que tuvo lugar en 1800 tras la caída que sufrió la parte superior de la iglesia.
En la cabecera, sobresaliendo en planta y a menor altura, se halla la sacristía. Tiene pórtico en los pies y en el lateral de la Epístola, construido de ladrillo enlucido, muy feo y cerrado, que no es el primitivo, al menos en su definición y materiales, ya que fueron alterados en su disposición y solución constructiva cuando se amplio el camino de Gametxo.
La torre, embebida en el lado de la Epístola, también es de mampostería con las esquinas reforzadas por medio de sillares. Para conseguir mejor este propósito se colocó en la parte superior una hilera de sillares. El campanario remata la obra de la torre.
Posee dos ingresos, uno al lado de la Epístola, y otro a los pies, bajo el coro; ambos son de gran dovelaje radial renacentista.
Iturriza afirma que fue fundada hacia 1522. La construcción básica de la iglesia debió hacerse para 1554, fecha en que se paga la obra de a Mari Ibáñez, viuda del cantero que lo hizo.
Los dueños de las casas solares de Arteaga y Zubieta, como patronos, presentaban el beneficiado y gozaban los diezmos a cuartas partes, la otra mitad era para S. M. el rey, como patrono de la iglesia de San Juan de Pedernales, de la que fue filial la de Akorda.
En 1580 se hace el coro y poco después, en 1596, la torre. Pero pronto tienen problemas con ella, ya que en 1614 han de realizar un asiento del campanario y “subir las campanas”.
En 1790 tienen lugar las obras de cantería y carpintería, por las que se pagan a Juan Bautista de Onaindia 15.7821 reales.
Las deficiencias en la construcción motivan que en 1800 se caiga la iglesia; ante lo cual el féretro, mesas y aras se trasladan a la ermita de Santa Marina. Se encarga realizar el nuevo diseño a Alejo de Miranda, arquitecto neoclásico, seguidor de las líneas impuestas por la Academia de San Fernando, que había realizado la iglesia de Nabarniz. Siguiendo la traza de este arquitecto, se realizan los contrafuertes que dividen la iglesia en capillas y se levanta la pared desde el arranque de las bóvedas, cubriéndola con bóvedas de lunetos y abriendo el vano termal, característicos del monumento.
Mobiliario
Los tres retablos que se conservan son neoclásicos. El único que presenta algún interés es el del altar mayor. Es de madera pintada imitando mármol de colores, con elementos de colores dorados en las pilastras, capiteles y entablamento.
Entre dos pares de columnas, lo preside una Inmaculada con niño. El Padre Lizarralde la fecha en el siglo XVIII. Está vestida con ricos ropajes y la cabeza la inclina graciosamente a su lado izquierdo, solamente son de madera las manos y la cabeza. Este mismo autor explica que esta imagen era venerada con afecto por los marineros de Bermeo y que la gente, debido al nombre local de Akorda, la hacía abogada de la memoria.
Los retablos laterales, de escaso valor, están pintados imitando mármoles, con sendas figuras de Santos con niños.
En los muros laterales del templo se hallan dos imágenes de San Joaquín y Santa Ana sobre peanas que antes estaban en el altar mayor.
La única referencia documental respecto a los retablos en los Libros de Fábrica, es que en 1799 el mayordomo viaja a Ondarroa, Mutriku y Lekeitio a fijar edictos para la construcción de retablos, y que en 1805 se conducen retablos desde Bilbo.
En la sacristía se conservan dos figuras barrocas de la ermita de San Pedro de Atxerre, traídas en 1984 cuando se cayó el tejado.
Ambas representaban a San Pedro, una como Papa, con sus atributos correspondientes: mitra, manto, báculo...; y la otra, como pescador con llaves y red. Realizadas en madera policromada, dominan los tonos rojizos y verdes.
El exvoto del barco nos recuerda la tradición marinera de la zona.
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