Tanto en el interior como en el exterior del caserío existen elementos cuya presencia no se justifica por su función estructural. Tienen el carácter de atributos añadidos u ornamentales, superfluos para el desarrollo de la actividad productiva que tiene lugar en la casa popular.
Sin embargo, sería un error tratar de soslayar su enorme importancia simbólica en la configuración de la imagen pública de la vivienda campesina. Elementos como los escudos de armas, las tallas decorativas, las figuraciones pictóricas y, en cierta medida, las mismas columnas que a veces la luz del soportal, aportan elegancia y belleza a las fachadas rurales, pero, sobre todo, sirven para poner de manifiesto la dignidad personal del labrador que habita en el caserío, para reafirmar su prestigio social.
En lo formal se trata de recursos expresivos tomados del repertorio tradicional de la ornamentación culta o aristocrática, que se aplican bien de forma mimética, como es el caso de los blasones nobiliarios, o bien reinterpretados en clave popular por los artesanos locales, como ocurre con las figuras que se tallan en piedra y madera para adornar los soportales y la viguería externa del edificio. Los siglos XVI al XVIII constituyen el largo periodo de difusión de estas prácticas orientadas al embellecimiento de las casas, que se asientan con gran éxito en Busturialdea, superior, sin duda, en frecuencia y calidad, a lo que suele ser habitual en otras comarcas vizcaínas.
1. Caseríos con escudo.
Desde los primeros pasos de su andadura histórica, a principios del siglo XVI, ya aparecen algunos ejemplos de caseríos vizcaínos que lucen rudimentarios escudos de armas sobre alguna de las puertas de entrada. Suele tratarse de insignias incisas, prácticamente borradas por la erosión de la piedra, que, sin embargo, sirven de testimonio precoz de una tendencia que habría de generalizarse con el paso de los años.
Será el desarrollo de la talla heráldica barroca el que potenciará su difusión y proporcionará los ejemplares más conocidos y aparatosos. Yelmos, plumajes y lambrequines servirán de jugosa guarnición a la exhibición de hidalguía de numerosos apellidos rurales de Busturialdea. Sin embargo, para evitar extraer conclusiones erróneas de estas manifestaciones públicas de nobleza conviene tener siempre presente que las armas expuestas hacen referencia al propietario de la casa, no a sus ocupantes. En algunos casos las presencia del escudo es una simple marca de propiedad de la vivienda, y el que la ocupa un pobre arrendatario al que se fuerza a llevar este distintivo.
La lista de caseríos con blasón armero en esta comarca incluye los siguientes ejemplares: Biesko, Tolunburu, Azketa y Gardoi, en Forua; Landa (Murueta); Ormaetxe y Aldekoa, en Nabarniz; Morgota y Uriarte en Kortezubi; Errenta y Atxoaren, de Bermeo; Domarine (Busturia); Iberzarra, Ibertzebarri, Itxupi (Ariatza), Pagoeta (Oka), Muxike (San Román), en Muxika; Ororoaurreko (Ororoa), Albiz (Albiz), Torre (Olabe) y Olandikoetxe (Olabe), en Mendata, Musatabe y Mendoza (Zelaieta) y Jausolo (Rekalde), en Gautegiz Arteaga; Altamira (1772) (Morga); Bizkerre (Ajangiz); Etxeandi (Gametxo) y Albiz-Beaskoetxe (Antzora), en Ibarrangelu; Zigertagoiko (San Pedro, Gernika-Lumo).
2. Caseríos con columna.
La columna es un elemento sustentante situado bajo la imprenta del soportal; muchas veces no se corresponde con la fábrica original del edificio, sino que aparece como una intromisión posterior, uniendo a su función estructural la decorativa. Se trata de columnas habitualmente trabajadas en areniscas o caliza roja de Ereño, y en algunos casos en caliza gris, bien construidas con tambores superpuestos o de una sola pieza. Su orden es toscano con éntasis en el fuste, y más raramente jónico. Los modelos más evolucionados del XIX se decantan por el toscano, suprimiendo el éntasis. No es infrecuente que en el capitel aparezca grabada la fecha y nombre del promotor de la construcción. Podemos citar como ejemplo los caseríos: Tolunburu y Gardoi (1701), en Foru; Goiengo (Goierri, Murueta); Urtza Goikoa y Aldekoa (Nabarniz); Enbeita (Ajangiz); Olaberri, Zubieta e Iturburu, en Arratzu; Sakone, Etxe Andi y Basozabal, en Kortezubi; Nafarrolaerdiko (Bermeo); Arritxuzaga (1800) (Axpe, Busturia); Goienetxe y Zarragoikoetxe (Zarra), Sargaste (Albiz) y Solarren Beko (Solarren) en Mendata; Mendiguren (Ordorika) y Arteta (1737) (San Roman), Aurtenetxe (Unda), la práctica totalidad del barrio de Ajuria, Egiarte Barrena (Agirre), en Muxika; Duo Bekoa (Flores) e Intxuniz (Meakaur), en Morga; Goikoetxe (Zendokiz, Gautegiz Arteaga), Arrotegi (Gabika, Ereño); Mosueta (Aikelde) y Zabaleorueta (1779) (Zabale), en Errigoiti; Landa (Antzora, Ibarragelu); Barrenengoa (Baroa, Sukarrieta); Agarrebekoa (Agarralde, Mundaka); Mendiolea y Arbatzegi (San Miguel), Zuzaeta y Aldaola, en Munitibar-Arbatzegi-Gerrikaitz; Urremendi (Zallo) y Arostegi (Arane), en Gernika-Lumon.
En Busturialdea y en su entorno más cercano podemos toparnos con dos casos especiales. Por un lado, las columnas de fundición de los caseríos Beitia (Ajuria) y Berroja Arandia (Berroja) en Muxika y, por otro, los pilares de arenisca de sección cuadrada y aristas biseladas como en los caseríos Jaio Goikoa (1888) y Ormaetxe (Uriona), si bien en este último caso la inclusión de un pilar monolítico bajo la carrera de roble de un caserío del siglo XVI debió de constituir una actuación de urgencia para salvar la estabilidad del edificio y no un capricho ornamental, en Munitibar-Arbatzegi-Gerrikaitz.
3. Tallas en piedra: dinteles, placas y arcos.
Con frecuencia encontramos en los dinteles de los accesos principales de los caseríos inscripciones talladas que nos recuerdan la construcción original o alguna refacción importante, incluyendo el nombre de su autor y la fecha de la obra, empleando para ello siempre una fórmula semejante ("Esta casa se edificó por orden de..."), acompañada en algunas ocasiones por motivos vegetales o religiosos. Podemos citar los caseríos de: Aurtenetxe (Unda), Anporrene (Trupitxes), en Muxika; el molino de marea Maiukitza (Murueta); Landeta (Nabarniz); Etxeandi (Arane), Arribalzaga Beheko y Abaliz Beheko (Zallo), en Gernika-Lumo.
Más habituales son las placas, muchas de ellas en caliza roja de Ereño, que con inscripciones similares parecen fijadas en las fachadas, como en: Izolaga (Oñarte, Morga); Oxinbaltza (Muniketa, Muxika); Estanko, Torre e Ibarra (Nabarniz); Omagoyeaskoa (Kortezubi), etc...
Finalmente, tanto en arcos como en jambas y dinteles, encontramos decoraciones talladas que recogen motivos solares, cruciformes o historiadores. Así, en: Otei y Aiua Atxekoa (Aiua), en Ea; Igertxu (Ugarte), Undabarrenengoa (Unda), en Muxika, y otros.
4. Decoraciones en madera.
Aparece en vigas, jabalcones y pies derechos. Los motivos suelen ser geométricos o denteados, aunque también aparecen helicoides solares y cruces sobre calvario o veneras. En los pies derechos a menudo la talla consiste en imitar los diseños de las columnas clásicas en los capiteles y zapatas. El caso más precoz es el de las delicadas tallas romanistas del caserío Urriene, fechables en el siglo XVII, pero también son ejemplos de interés los jabalcones de Zierre (Oma), el dintel de Solozabal o el pie derecho de Omabeiti (Oma), todo ellos en Kortezubi, o los caseríos Etxebarri (Lamikiz, Mendata), Goitisolo (Isla Goikoa) o Meaurio (Kanala) en Gautegiz Arteaga.
5. Las pinturas.
Aunque es una técnica decorativa muy poco habitual en esta comarca, podemos señalar el casos del caserío conocido como "de las Pinturas", en Zelaieta, Gautegiz Arteaga, edificado en 1864 y ornado con figuraciones de lienzos colgantes y motivos florales en torno a los vanos y bajo el alero del tejado. En un recuadro existe una inscripción que dice: “Se edificó el año 1864 a expensas de D. Juan Cruz Albizuri”. Otro caso paralelo, aunque en ambiente urbano, es la casa nº 1 de la Plaza de la Cruz en Mundaka, datada en 1783, y dotada de símbolos heráldicos. Ambos ejemplares, por su rareza, merecen una especial atención y protección.
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