Advocación: San Roque.
Kokapena: Emplazamiento: Tal y como indica su nombre, se localizaba en la zona de la Atalaya; y así aparece registrado en un documento de 1721.
El Mayordomo de la Iglesia de la Atalaya detalla cómo se está procediendo a la construcción de una nueva ermita en la zona de la Atalaya y, siendo necesarios fondos para afrontar el gasto, pidan sean vendidos los restos y huertas de la ermita de San Martín. En 1722 le es concedido el permiso para proceder a la venta pero se pone como condición que la ermita nueva sea de la advocación de San Roque.
Es citada en las Ordenanzas de la Villa de Bermeo de 1754:
“(...) Acordaron y Ordenaron que ninguno sea osado a introducir Ganado alguno de qualquier calidad que sea en el Prado expresado tocar ni mover sus plantios, ni hacer hoyos, antes bien se llenen o se cierren los que hubiere y los caminos de la dha Atalaya con puertas o rejas, que impidan la entrada del ganado y ninguno ni Gallinas por las viñas y heredades inmediatas tenga el Ynquilino de la Hermita de S. Roque, con cuya calidad expresa se otorgue el Arrendamiento y los que contravinieren incurran por cada vez en la pena de diez ducados destinados como los demas...".
Aparece señalada en el plano topográfico de 1820 junto a la casa del Tompón y el fortín de la Atalaya.
Jaia, kultua eta errituak: Festividad, culto y ritos: Desde tiempo inmemorial se celebra romería el 16 de agosto, festividad de San Roque. Hasta la década de los setenta este día era respetado incluso por los marineros, que volvían expresamente de la mar para celebrarlo.
Hasta el año 1963 esta romería tenía lugar en la campa junto a la atalaya. A partir de este año, al construirse los bloques de viviendas en la citada campa, la romería se celebraba en el Tompón.
Según Zabala, con motivo de la epidemia de cólera en 1746 se fue en rogativa a esta ermita de San Roque, a fin de suavizarse el padecimiento. A la rogativa debía concurrir en un novenario al menos un hombre de cada barco, bajo pena de dos ducados.
Antón Erkoreka recoge información oral de la citada epidemia:
“(...) dicen que en Bermeo hubo cólera (...) Y la gente empezó a morir a montones. Se juntaron en la iglesia de Santa María e hicieron una promesa: que irían siempre a la ermita que está en el Tompón; que irían todos los años el día de San Roque si desaparecía el cólera del pueblo. En un principio iba todo el pueblo a la procesión, después la Iglesia se cayó y la gente dejó de ir. En la actualidad el día de San Roque, la procesión sólo se hace alrededor de la Iglesia (parroquial)”:
Actualmente se coloca en la entrada de la calle de Santa María por el Torrontero, un banderón rojo con el texto "Líbranos de peste y males Roque Santo peregrino". En la mitad de la calle se colocan una pareja de postisuek o muñecos alrededor de un metro de alto, grotescamente vestidos.
Rogativas: A esta desaparecida ermita se acudía en rogativa el tercer día anterior a la festividad de la Ascensión.
Labayru, recogiendo datos extractados de notas sobre la emancipación que los barrios Zubiaur y San Pelayo intentaron respecto a Bermeo, cita la rogativa que desde Almike acudía a esta ermita:
“(...) La Atalaya de Bermeo fue cedida en 1301 que fue de Alboniga y a ella solía ir en rogativa su Cabildo el día de San Roque y a la ermita del Santo hace muy pocos años”.
Fundación de la ermita: Esta ermita según Zabala fue construida "a poco del año de 1722" y quedó demolida a consecuencia de un incendio "antes de 1818".
Gaubeka adelanta la fecha de erección; según él, fue erigida por la feligresía de Almike antes mismo de la fundación de la villa de Bermeo.
Notas históricas: Entre Papeles Varios del A. H. E. V., un documento intitulado "Sobre la ermita arruinada de San Roque" constata el litigio entre el Cabildo Eclesiástico y el Alcalde la Villa a raíz de la prometida y no realizada separación de la ermita.
Según este documento, probablemente del siglo XVIII, el Síndico del Ayuntamiento en ausencia del Alcalde propuso la realización de las obras necesarias en la ermita, pero el Alcalde una vez regresado a la Villa se negó a la realización de dichas obras y se apropió de las llaves.
Cuando el Cabildo en letanía el día de las rogativas de la Ascensión a dicha ermita, se encontró que la ermita estaba cerrada y tuvo que volver a la parroquia en la que "se ejecutaron las oraciones y funciones acostumbradas habiendo sufrido aquella burla y vergüenza tan escandalosa como impropia de tan Santo Objeto, y suma debocion que se merece el santo de su comun devoción".
En otro de los puntos de este extenso documento, se denuncia la utilización de dicha ermita para efectuar trabajos serviles y profanos como el cortar velas para los barcos de pesca.
En los Libros de Cuentas Municipales se detalla como el Ayuntamiento, como parte de la liquidación de las cuentas que tenía en las Iglesias Parroquiales y Ermitas Filiales, paga una campana nueva para esta ermita en el año 1793. En 1794 se paga a Juan Bautista de Goicoechea, Juan de Olalde y a Manuel Gonzalez, Maestros Carpinteros y Dorador por pintar el retablo mayor de esta ermita.
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