Siguiendo un gradiente de profundidad, en las aguas costeras de Urdaibai se podrían establecer tres zonas en función de las comunidades de algas que albergan: la primera, que llega aproximadamente hasta los primeros -3 metros, es donde se encuentran las algas adaptadas a una intensidad de luz alta y a un fuerte oleaje, y son generalmente de pequeña talla y de carácter cespitoso. La segunda se sitúa entre los -3 y -12 metros y está dominada por extensas praderas de algas de tamaño medio adaptadas a intensidades de luz moderadas y con ejes flexibles que soportan excelentemente el embate de las olas a pesar de su tamaño. A partir de los -12 metros comienza la tercera zona, donde las praderas empiezan a perder su estructura y en su lugar van apareciendo comunidades de ambientes sombríos con una menor diversidad de especies vegetales y donde los invertebrados comienzan a tomar un mayor protagonismo.
La vegetación submareal del entorno costero de Urdaibai presenta cuatro estratos: incrustante, basal, medio o copa y epífito. La cubierta vegetal adherida horizontalmente a la roca corresponde al primer estrato denominado “incrustante”. Está formado por algas adaptadas a vivir en ambientes sombríos, cuyos frondes laminares se extienden sobre una importante porción del sustrato, gracias a su crecimiento radial.
La especie más característica de este estrato es el alga roja calcárea Mesophyllun lichenoides, de un inconfundible color rosado y particular dureza, fruto de las incrustaciones de carbonato cálcico que se depositan en su interior y que le confieren una mayor rigidez. Además de colonizar el sustrato rocoso, Mesophyllum lichenoides también crece sobre algas, en especial sobre algas del género Corallina, aunque es bajo la sombra de las grandes algas, así como en paredes verticales y zonas profundas con escasa luz donde más abunda. Otra especie perteneciente al estrato incrustante es el alga parda Zanardina typus.
Las algas citadas se extienden recubriendo la superficie rocosa y comparten el sustrato con gran cantidad de pequeños animales como el bivalvo perforante Rocellaria dubia, el cirrípedo Balanus perforatus y el poliqueto sedentario Pomatoceros lamarcki, invertebrados que se abren paso entre las algas para poder desplegar sus pequeños cilios que, a modo de “peines”, atrapan las partículas que les sirven de alimento. El erizo de mar Paracentrotus lividus es otra especie que se puede observar en este estrato. Es el erizo más abundante de la costa vasca. Es herbívoro y se desplazan activamente por el sustrato en busca de algas. Suelen permanecer escondidos en las grietas hasta el anochecer, momento en el que aumenta su actividad herbívora. Su cuerpo está armado de espinas y utiliza multitud de pies a modo de ventosas que le proporcionan sujeción frente a los embates de las corrientes, tan frecuentes en los fondos de Matxitxako. Este pequeño animal construye diminutas cavidades donde se refugia de las fuertes olas y de los posibles depredadores.
Otro equinodermo es la estrella de mar Marthasterias glacialis. Presenta en su cara inferior cientos de pies terminados en pequeñas ventosas que le ayudan a fijarse al fondo. Es la de mayor tamaño y la más abundante en los fondos de Euskal Herria. Este animal carnívoro se alimenta tanto de pequeños crustáceos, que ingiere por entero, como de grandes caracolas o bivalvos. Es habitual encontrarlos bajo el resguardo que ofrecen grietas y oquedades.
El pulpo Octopus vulgaris es fácil observarlo en este entorno. Su cuerpo blando le permite resguardarse en pequeñas cavidades y, además posee unas ventosas dispuestas en dos hileras en cada una de sus ocho brazos que le confieren una perfecta adherencia al sustrato. Vive solitariamente en el fondo del mar instalándose en pequeños refugios que únicamente abandona en busca de alimento. Es un animal carnívoro y prefiere el alba o el ocaso para atrapar sus presas.
Junto a la fauna ligada al fondo, bajo los acantilados de Matxitxako, podemos encontrar numerosas especies de peces. La lubina (Dicentrarchus labrax) es un pez costero, relativamente abundante, al que le gustan las aguas bien oxigenadas, de costas rocosas y batidas por el mar. Puede aguantar baja salinidad, por lo que es común encontrar ejemplares en la Ría de Mundaka, incluso en sus zonas más altas. Los sargos del género Diplodus se acomodan igualmente a las aguas agitadas, por lo que es fácil observarlos en rompientes y en zonas donde el mar suele estar removido.
Adentrándonos hacia el mar, sin alejarse apenas de la isla de Izaro y frente al Islote Arriederra, se suceden fondos rocosos uniformes que alcanzan profundidades mayores a las encontradas en los alrededores de Izaro. En estos sustratos prácticamente lisos no prosperan comunidades animales muy ricas, ya que carecen de grietas, fisuras o piedras que conformen microhábitats o proporcionen refugio. No obstante, estos fondos constituyen un paisaje de extraordinario atractivo, porque en ellos habitan multitud de gorgonias como las especies Eunicella verrucosa o Lophogorgia lusitanica. Otro ocasional habitante de los fondos situados frente al islote es la estrella de profundidad Luida ciliaris.
El estrato incrustante se caracteriza por su dinamismo. Las especies que lo forman están expuestas a numerosas fuentes de alteración llegando a destruir una parte o la totalidad de sus frondes, dejando el sustrato rocoso desnudo. Estos espacios libres serán aprovechados por otras especies.
Sobre el manto uniforme de las algas incrustantes se llena de especies de mayor tamaño que forman el estrato denominado basal. Está compuesto fundamentalmente por las algas rojas Corallina officinalis, Rhodymenia pseudopalmata, Acrosorium ciliolatum, Cryptopleura ramosa y Pterosiphonia complanata. A diferencia de las algas del estrato anterior, de crecimiento postrado, éstas poseen un desarrollo erecto, son de pequeño tamaño y están adaptadas a vivir en ambientes sombríos como el que existe bajo las algas grandes que forman la espesura de las praderas.
El alga roja perenne Rhodymenia pseudopalmata se puede encontrar en paredes verticales sombrías y extraplomos, así como a la sombra de grandes algas (Gelidium corneum, Cystoseira baccata). La rodofícea perenne Pterosiphonia complanata posee una amplia distribución vertical. Se encuentra a veces formando amplias poblaciones homogéneas a más de 10 metros de profundidad.
Pero cuando el buceador o buceadora se sumerge en Urdaibai, lo que más llama su atención es el movimiento acompasado de las grandes algas que forman la espesura de las praderas submarinas. Es el estrato medio o copa, formado por el alga roja Gelidium corneum y el alga parda Cystoseira baccata. Mientras G. corneum rara vez supera los 40 cm de longitud, Cystoseira sobrepasa los 50 cm. Las dos siguen un modelo de distribución diferente, que guarda relación directa con la intensidad del oleaje. Ambas son especies muy bien adaptadas al batir del mar y poseen fuertes estructuras de fijación y cuerpos flexibles que soportan eficazmente el incesante vaivén de las olas. No obstante, Gelidium corneum se adapta mejor que Cystoseira baccata, gracias a la consistencia fibrosa de su cuerpo, y a su mayor elasticidad, que ofrecen una mayor resistencia. Gelidium corneum encuentra su máximo esplendor en las zonas de costa orientadas al noroeste más expuestas al oleaje, fundamentalmente en crestas y promontorios donde el efecto de las olas es mayor. Es por ello, que en el entorno costero de Urdaibai las mayores praderas de Gelidium corneum se encuentran en el tramo de costa comprendido entre Laida y cabo Ogoño. Por el contrario, Cystoseira baccata crece de forma abundante en la costa orientada hacia el nordeste, menso expuesta al oleaje como ocurre con el tramo que se extienden entre el cabo Matxitxako y el puerto de Bermeo (Arriboleta). En el caso de zonas más expuestas se refugia en las hondonadas y vaguadas donde el efecto del oleaje es menos intenso.
Desde el punto de vista económico, Gelidium corneum es la que recibe los mayores reconocimientos. Y es que de sus frondes se extrae un compuesto llamado agar. Es un polisacárido muy apreciado en la industria cosmética, médica y alimentaria. Cystoseira baccata no adquiere tanto valor en el mercado. No obstante, es el alga más abundante del tramo costero de Urdaibai. Su papel ecológico es muy relevante, ya que estructuran el espacio generando unas condiciones ambientales que favorecen el desarrollo de multitud de organismos. Es una especie muy sensible a la contaminación, cualquier alteración que disminuya la calidad de las aguas podrías llevar a un descenso de su abundancia e incluso a su desaparición, siendo su potencial bioindicador de gran valor.
En la parte inferior de los frondes de estas especies, y en gran mayor medida en los estipes o ejes de Gelidium corneum, se pueden observar frecuentemente unas manchas blanquecinas. Estas marcas están constituidas por un gran número de pequeñas celdillas que forman un entramado ordenado; es el briozoo Electra pilosa, con una tonalidad blanca que contrasta con el intenso color granate de Gelidium corneum.
El alga verde Codium decorticatum y el alga parda Saccorhiza polyschides, también pertenecen a este estrato. No forman praderas como las anteriores y su abundancia es significativamente menor. Son de carácter anual y se desarrollan bajo unas condiciones muy particulares. El alga verde Codium decorticatum es abundante en aguas poco profundas y con aportes ricos en nutrientes, creciendo por ello de forma más abundante en la desembocadura del estuario.
Saccorhiza polyschides es un alga de gran tamaño (pudiendo alcanzar metro y medio de longitud). Entre los meses de febrero y marzo, una fase microscópica de su ciclo de vida produce un sinfín de esporas que colonizan el sustrato disponible. En el transcurso de la primavera se da un espectacular aumento de su tamaño, convirtiéndose en el alga más grande del entorno costero de Urdaibai y por ende de la costa vasca. A finales de verano y a principios de otoño, alcanza su máximo desarrollo. Los frondes ya envejecidos no soportan el envite de las olas y son desprendidos y arrojados hasta la costa por los temporales otoñales. La abundancia de este alga es variable a lo largo de los años y depende de las variaciones interínales de los factores ambientales, entre los cuales, la temperatura del agua es abundante.
Sobre la copa formada por las algas Gelidum corneum y Cystoseira baccata se pueden observar el cuarto y último estrato, denominado estrato epífito. Está formado por algas e invertebrados que se han adaptado a vivir sobre un sustrato vivo vegetal. El epifitismo es una estrategia muy común en el dominio bentónico, y son muchas las algas que intentan colonizar otro sustrato vegetal debido a las ventajas que ofrece ante la falta de espacio. Las especies más características de esta capa son el alga parda Dictyota dichotoma y el alga roja Plocamium cartilagineum. Esta posición, sin duda, les permite disfrutar, no sólo de un sustrato al que poder anclarse, sino también de la posibilidad de obtener abundante luz para crecer. Las algas Dictyota dichotoma y Plocamium cartilagineum, aunque pueden crecer sobre sustrato sólido, su mayor desarrollo y belleza lo consiguen formando parte de la capa epífita.
Esta estructuración vertical de la vegetación no se encuentra desarrollada por igual en todas las comunidades. Las praderas de G. corneum y C. baccata son las que presentan mayor complejidad, y su vez, las que más rentabilidad sacan al sustrato.
En aguas someras, hasta los 3 metros de profundidad, es más frecuente observar comunidades de algas de menor tamaño. Las diferentes especies forman un césped compacto mejor adaptado a la acción del oleaje, ya que ofrecen menor resistencia al flujo del agua. De todas ellas, Corallina officinalis es la más abundante. Su fuerte fijación a la roca, su consistencia calcárea y sus ejes articulados le otorgan una flexibilidad y resistencia mecánica con la que es difícil competir. Anclados sobre ella son numerosos los epífitos, entre los que destacan las algas Mesophyllum lichenoides, Bonnemaisonia hamifera, Falkenbergia rufolanosa o Aparagopsis armata. Estas dos últimas, en realidad, son dos generaciones diferentes de la misma especie, que fue introducida desde Australia a las costas atlánticas, a través de los cascos de los barcos transoceánicos. En la costa vasca se registró por primera vez en Miarritz en 1925. Asparagopsis armata posee unas rámulas con forma de gancho y otras en forma de arpón que le facilitan enormemente el anclaje a otras algas.
Bonnemaisonia hamifera, al igual que Asparagopsis armata, es una especie introducida a comienzos del siglo XX en las costas atlánticas; en este caso la vía de entrada fue la importación de ostras desde Japón para su posterior cultivo. Su talo cilíndrico se ramifica de forma alterna y espiralada. Entre sus rámulas curvadas emergen otras rámulas en forma de ganchos para fijarse con otras algas.
En las cercanías costeras de los estuarios con grandes aportes arenosos se desarrollan comunidades adaptadas al sedimento. Las algas que proliferan en estos ambientes, donde la superficie rocosa está escondida bajo unos pocos centímetros de arena, son especies que han logrado adaptarse a la sedimentación y a sus efectos anteriormente mencionados. Chondria coerulescens, Cladostephus spongiosus, Stypocaulon scoparium, Halopithys incurva, Stenogramme interrupta y Padina pavonica son las algas más representativas de los hábitats rocosos. Una vez fijados sobre el sustrato rocoso la plántula se desarrolla hacía arriba superando la capa de arena y ramificándose y abriéndose para captar la luz. Cladostephus spongiosus y Stypocaulon scoparium son típicas de la zona intermareal, si bien en los primeros 10 m de profundidad se pueden observar individuos aislados. Halopithys incurva es muy común en las cubetas de zonas intermareales con aportes arenosos, pero al igual que Stenogramme interrupta, puede llegar a formar poblaciones de pequeño tamaño en zonas submareales donde la arena ha recubierto con varios centímetros el sustrato rocoso.
La enorme diversidad del mundo iluminado de los primeros metros de profundidad contrasta notablemente con la pobreza existente a partir de los 20 m. Estas zonas se convierten en lugares tenebrosos debido a la tenue luz que llega al fondo y que deja a los organismos sumidos en una penumbra infinita. La fuerza de las olas es imperceptible, permitiendo que el sedimento se deposite sobre algas y animales. Es el comienzo de la zona circalitoral. El espacio que ocupaban las algas en los ambientes iluminados es ahora habitado por los invertebrados y sólo algunas especies como Halopteris filicina, Halidrys siliquosa, Carpomitra costata, Rhodymenia holmesii, Peyssonnelia sp. o Mesophyllum lichenoides logran sobrevivir en estos ambientes tranquilos y oscuros.
En aguas con menor hidrodinamismo abunda el erizo violáceo Sphaerechinus granularis. Puede vivir a profundidades superiores que la especie de erizo Paracentrotus lividus.
Al abrigo del cabo Matxitxako, pasando la Punta Potorrotxe en dirección Este, se encuentra un tramo de costa resguardado de grandes olas y potentes vientos. La naturaleza del sustrato en la zona de Arriboleta cambia drásticamente en pocos metros. Así, los fondos rocosos sinuosos dan paso rápidamente a arenosos de mayores profundidades. En este pasaje rocoso submarino prosperan comunidades animales muy ricas, ya que sus numerosas cornisas, gritas y fisuras conforman multitud de microhábitats que proporcionan refugio a una gran variedad de especies.
Ocupando hendiduras y adheridas a paredes y rocas, es fácil observar distintas especies de anémonas. La anémona Anemona viridis en zonas iluminadas logra recubrir amplias superficies submarinas cercanas a la costa.
En los fondos de Arriboleta, ocupando sustratos rocosos donde la luz llega con menor intensidad, habita la anémona Actinonothoë spyrodeta. En las paredes sombrías de esta región es común observar a individuos de ambas variedades cromáticas. La anémona Aiptasia mutabilis también puede verse con frecuencia. Es color pardo oscuro y presenta un cuerpo alargado, que le permite establecerse en grietas profundas, dejando únicamente a la vista su corona de tentáculos. Otra especie fácil de encontrar en los fondos de Arriboleta es Spirographis spallanzani, el gusano más vistoso de los fondos de Urdaibai. Vive de manera permanente dentro de un tubo que él mismo fabrica uy posee un penacho de tentáculos de gran tamaño. Al mismo grupo faunístico pertenece el gusano Protula tubularia. Habita preferentemente a poca profundidad y vive adherido a las rocas en un tubo calcáreo que el mismo elabora.
Las ascidias, a pesar de su aspecto delicado y forma de vida sésil, son parientes cercanos de los vertebrados. Residen aislados en pequeños grupos como Clavelina lepadiformis, especies de singular belleza, o formando colonias uniformes constituidas por numerosos individuos como Botryllus schlosseri. La primera vive unida al sustrato por uno de sus extremos. La segunda, se establece en colonias adheridas a las rocas.
Bajo las piedras de Arriboleta se esconden animales muy curiosos que tienen aspecto de araña y brazos que recuerdan a las serpientes. Son las ofiuras. Una especie muy común es Ophioderma longicauda. Suele habitar en zonas oscuras como hendiduras y huecos bajo las rocas, aunque los ejemplares jóvenes viven entre las lagas. Por lo general, se alimentan de noche, único momento en que deja su escondite. En lugares donde hay fuerte sedimentación permanece inmóvil atrapando las partículas con sus finos brazos.
En las zonas arenosas de Arriboleta habitan ejemplares de holoturias de gran tamaño. La especie más abundante es Holothuria forskali.
Nadando entre las aguas se puede ver a la sepia Sepia officinalis, una de las especies más características de nuestras costas. Vive en fondos arenosos o de guijarros, donde reposa semienterrada y perfectamente camuflada gracias a su capacidad de mimetizarse con el sustrato que el rodea.
Abandonado los fondos de Arriboleta y continuando en dirección Este, descansan sumergidos en medio de la Ensenada de Matxitxako los restos del Mina Mari. Fue a mediados del siglo XX cuando este carguero se incendió en el puerto de Bermeo. Para evitar que quedara hundido en aguas portuarias, tuvo que ser remolcado hasta mar abierto donde hoy yace inmóvil a unos 35 metros de profundidad. Así, a modo de oasis submarino, en medio de un desierto sumergido como son los fondos arenosos que rodean al Mina Mari, se desarrollan sobre el carguero comunidades submarinas muy ricas, por lo que este lugar puede ser considerado de especial importancia biológica. Entre los nuevos tripulantes del carguero destacan la anémona Corynactis viridis, el coral Alcyonium glomeratum, el briozoo Pentapora mebranacea, el bogavante (Homarus gammarus), el congrio (Conger conger), ejemplares jóvenes de fanecas (Trisopterus minutus), el salmonete (Mullus barbatus), el rodaballo (Scophtalmus maximus), el lenguado (Solea solea) y el gallo (Lepidorhombus wiffiagonis) y, ocasionalmente, el tiburón Scyliorhinus canicula.
Alejándonos de la costa, el perfil del fondo va alcanzando cotas cada vez más profundas. Sin embargo, en ocasiones el lecho marino sufre una repentina elevación formándose ambientes peculiares dotados de una fauna muy diversa. Estos hábitats constituyen islas de esplendor que interrumpen la monotonía del profundo piélago. Un ejemplo son los Bajos de Matxitxako que, situados frente al cabo que les otorga su nombre, proporcionan refugio a infinidad de especie; cualidad, por otra parte, bien conocida por los pescadores que escogen estos lugares como sus zonas de pesca preferidas.
La fauna que habita en los bajos es, en líneas generales, la misma que aparece en los lugares próximos a la costa. Es común encontrar, entre otras, diferentes especies de crustáceos como centollos (Maja squinado), nécoras (Necora puber), langostas (Palinurus elephas), la estrella de mar Echinaster sepositus, los gusanos Salmacyna dysterii que viven entrelazados dentro de sus tubos calcáreos y el gasterópodo Haliotis tuberculata.
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