El monolito de Sorbituaga-Arriatara (Busturia) se sitúa en la ladera Sur del monte Añetu (367 m), sobre un rellano conformado entre los caseríos Arriatara y Sorbituaga. Se trata de un gran bloque de arenisca alzado, con 2,12 m de altura, 0,92 m de anchura y 0,25 m de grosor máximo, presentando en su parte superior unas entalladuras laterales de gran singularidad.
La primera noticia referente al yacimiento de Sorbituaga-Arriatara se debe a Enrike Arzubiaga (1983), del cercano caserío Larrago. En 1989 fue publicado en la revista KOBIE (López Quintana, J.C. et alii, 1989, p. 192), interpretándose como un menhir antropomorfo relacionado con la cultura dolménica. Los incendios de 1989 afectaron al monolito, fracturándolo longitudinalmente, ante lo cual se programó una intervención arqueológica de urgencia (Pujana, I., 1990). La directora de la excavación definió el yacimiento como un cromlech encuadrable en los inicios de la Edad del Hierro y el final del Bronce final.
Pese a las hipótesis planteadas, la ausencia de un contexto arqueológico neto impide, hoy por hoy, precisar la cronología y el significado de esta sugestiva pieza del Patrimonio Cultural de Urdaibai.
El monolito de Sorbituaga-Arriatara aparece incluido como área de especial protección (área de interés arqueológico) en la Ley de Protección y Ordenación de la Reserva de la Biosfera de Urdaibai (LEY 5/1989, de 6 de julio).
Durante los años 2001 y 2002 se llevó a cabo un programa de conservación del monolito a través de Agiri Arkeologi Kultur Elkartea y Urdaibaiko Galtzagorriak, financiada por la Dirección de Biodiversidad del Gobieno Vasco, Ayuntamiento de Busturia y Maier S. Coop. Los procesos desarrollados se ajustaron al método de conservación preventiva mediante intervención medioambiental propuesto por el Dr. F. Bazeta (1998).
En primer lugar, se procedió a eliminar la vegetación que afectaba al monolito, así como a desbrozar el sendero de acceso. El objetivo de este primer paso consistió en potenciar el grado de reconocibilidad del monumento y evitar el deterioro de su estructura. Asimismo, se retiraron los restos de plásticos y maderas con los que se había protegido el yacimiento tras la intervención arqueológica de 1990.
En segundo lugar, se estableció un anillo de protección del monolito de 20 metros de diámetro cuyo propósito fue el de proteger el monumento facilitando su identificación en el paisaje:
Por un lado, dada la acidez del terreno, se actúa sobre pH del suelo con el objeto de hacerlo más básico (incorporación de dolomita y potasio). La finalidad es evitar el crecimiento intensivo de especies vegetales asociadas a los medios ácidos (argoma, helecho, etc.).
Posteriormente, se lleva a cabo la siembra de herbáceas en el anillo exterior, una mezcla de dos gramíneas al 50% (por lo general, Festuca rubra y Agrostis capilaris).
Por otra parte, se rellenó de tierra el corte producido en la intervención arqueológica de 1990, asegurando la estabilidad del monolito y su relleno estratigráfico. Asimismo, se consolidó el hito o mojón adyacente al monumento, fracturando durante los incendios de 1989, mediante un adhesivo sintético.
Por último, se procedió a señalizar el área por medio de una placa de metacrilato rotulada en vinilo, sobre viga de madera, con los datos concernientes al yacimiento. Posteriormente, se fijó el hito oficial de Monumento del Departamento de Cultura del Gobierno Vasco.
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