Recientemente se han realizado trabajos de rehabilitación de la ermita de San Mamés, en el barrio de Basondo de Kortezubi, con vista a la puesta en valor de la cueva de Santimamiñe y su entorno. Dichos trabajos han ido precedidos por la excavación arqueológica de este templo y la prospección con catas de su área perimetral.
Se partía, para establecer esta campaña de investigación, de una afirmación hecha por José Miguel de Barandiaran en el sentido de que pudiera existir algún tipo de yacimiento prehistórico en las inmediaciones del templo, quizás una cabaña neolítica. Por otra parte, se contaba con una serie de noticias entre las que destacaba el hallazgo a principios del siglo XX, en torno a 1918 ó 1919, de diversos huesos humanos recuperados al plantar los espléndidos castaños de indias que hoy podemos apreciar junto a la ermita que, según la tradición local, podrían corresponder a los cadáveres de las personas de Kortezubi, Gautegiz Arteaga e Ibarrangelu que, una vez fallecidas, eran enterradas en ese entorno.
Además, entre otros indicios, se podía apreciar en la fachada sur del templo, formado parte del acceso, dos grandes fragmentos de estelas o tapas de sarcófagos decorados con motivos geométricos. Una de ellas, de arenisca, con un bajorrelieve formado por tres ruedas radiadas, con un diámetro de mayor a menor de 48, 27 y 19 cm, de las que dos están fragmentadas, enmarcadas en una línea de dientes de lobo, con un surco debajo. Una segunda estela, también de arenisca, aparece en un peldaño de acceso a la ermita, representándose en ella de nuevo un bajorrelieve de dientes de lobo, con cuatro arcos grabados superpuestos unos encima de otros. Hay una tercera estela, construida en caliza y situada dentro de la citada ermita, de forma discoidal con unas dimensiones de 85 x 43 cm sin dibujos ni inscripciones. Todavía resulta difícil especificar el origen de las estelas mencionadas.
Los trabajos realizados en la primavera de 2007 dentro y fuera de la ermita han ayudado a comprender el pasado de ésa y de su entorno más inmediato. El templo actual es una edificación levantada en el siglo XVI sobre los restos de otra más pequeña que quedó englobada dentro de la primera, constituyendo por lo tanto un asentamiento continuo en el lugar desde la alta Edad Media.
Sin embargo, los datos más antiguos sobre la utilización del lugar profundizan en el tiempo hasta documentarse un nivel de ocupación de época antigua (siglos I a III d.C.), probablemente originado por un pequeño asentamiento agropecuario romano. La continuación de este tipo de asentamiento durante los siglos IV y V d.C. queda patente por la existencia de niveles romanos de esa cronología en las cuevas próximas de Santimamiñe, Sagastigorri o Aurtenetxe, todas en Kortezubi.
El dato más relevante obtenido por estos trabajos de excavación viene del hallazgo de una sepultura en parte excavada, que evidentemente forma parte de una necrópolis más amplia que debe fecharse en el siglo VI d.C. dentro de la tradición norpirenaica, propia de las necrópolis “francas” a juzgar por el ajuar localizado.
Aunque se trata de la primera evidencia sobre la presencia de este tipo de necrópolis en el entorno de Urdaibai, en Bizkaia ya había sido localizada otra en la ermita de San Martín de Finaga (Basasuri) excavada en 1994 por M. Unzueta, que ofreció ajuares de semejante tradición cultural.
Parece evidente que los influjos norpirenaicos se extendieron por el Cantábrico oriental, a juzgar de estos hallazgos, imponiendo con ello la presencia de armas y objetos de adorno entre las elites dominantes que sustituyeron a Roma en el control de éstos territorios en la tardoantigüedad.
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