Kurutzeko Ama Birjina se nos presenta como un testimonio mudo, al carecer de texto epigráfico, pero de elocuencia inusual, si profundizamos en su iconografía. Cuando observamos con detenimiento la pieza podemos comprobar que presenta tres de sus caras decoradas con un complejo, intrincado y aparentemente extraño conjunto de símbolos incisos. Un análisis detallado nos puede ayudar a comprender el significado y evaluar su interés.
La cara principal (p), aquella que se ha considerado como la portadora de la imagen de la Virgen, es la que se opone a la más irregular y carente de decoración. Sobre ella, en una primera aproximación, se aprecia una silueta antropomorfa incisa con línea profunda y ancha de la que distinguimos la cabeza redonda y parte del cuerpo ovalado. A ambos lados de la cabeza puede apreciarse, con incisión menos gruesa, la línea que dibuja el velo o pelo de la imagen. Tres pequeñas incisiones apenas parecen insinuar la nariz y los ojos. Pero la persona que observa puede comprobar que existen en esa misma cara de la piedra otras incisiones a las que no hemos hecho referencia. Se trata de un doble juego de líneas paralelas que recorren la superficie en sentido vertica y horizontal, sobrepasando la silueta de la Virgen, para cruzarse en la zona inferior, creando una gran cruz latina invertida. En el punto de encuentro aún se aprecia una pequeña aspa incisa.
La cara derecha (d) presenta un motivo antropomorfo, ligeramente inclinado, del que es fácil distinguir la cabeza redondeada y el cuerpo rectangular con los hombros marcados. Parecen un añadido posterior las dos líneas incisas que partiendo de los hombros sugieren los brazos. Una vez más, se puede observar bajo la decoración descrita, otra iconografía ajena al motivo antropomorfo, al que supera en el campo y precede en el tiempo. Volvemos a apreciar los juegos de líneas paralelas, en este caso oblicuas, que van a converger en la parte baja, allí donde se localiza un motivo astral circular (tetrácela).
En la cara izquierda (i) es fácil reconocer, ocupando toda la superficie, una gran estela discoidea con vástago grabada mediante surco profundo y ancho. El disco lo llena una cruz que lo divide en cuatro partes iguales. De nuevo se aprecian otros trazos, en este caso peor conservados, entre los que se distingue una doble línea paralela oblicua que, partiendo del ángulo superior derecho, llega a la parte baja, donde coincide con un motivo circular muy borroso.
Hemos podido comprobar la existencia sobre las tres caras de la estela de dos tipos diferentes de incisiones: una de grabado grueso y profundo, utilizado para abrir los motivos antropomorfos y discoideo que se encuentran centrados en las caras que ocupan; y otra, infrapuesta a la anterior, de naturaleza más fina y menos profunda, destinada a dibujar los motivos geométricos a base de líneas paralelas y figuras circulares que en todos los casos se presentan incompletas.
Esta sucesión de trazos marcados en la pieza son evidencias de las diferentes épocas y usos por los que ha pasado la estela de Kurutzeko Ama Birjina. Realmente se pueden diferenciar dos grandes etapas, que coinciden con las dos variantes presentadas por las incisiones: la medieval-moderna y la romana.
Etapas medieval y moderna. Las incisiones de grabado grueso y profundo, más recientes por estar superpuestas a las otras, corresponden al largo proceso que desde el presente nos lleva a la Edad Media. Siendo quizás el más antiguo el motivo antropomorfo de la cara derecha (d); aunque los que realmente parecen corresponder al sentido dado en la actalidad a la estela, cruz o imagen de la Virgen, son las caras principal (p) y la izquierda (i), ambas de cronología bajomedieval. Relacionada con estas imágenes existe una leyenda sobre la advocación de Santa María de Gorritiz: "... A la imagen de la Vigen se la considera aparecida sobre una roca próxima a una pastorcita de la misma casa-torre (de Gordiz), cuando iba en busca de sus ovejas. Al manifestarse la Virgen dijo a la joven: ¿A dónde vas, niña?. Voy a recoger mi rebaño, contéstole ella. Quédate aquí unos momentos conmigo, que tus ovejas vendrán luego a donde estás. Mientras la Virgen peinaba a la jovencita, las ovejas se reunieron en torno a la misma". La Virgen pidió a la zagala que en aquel lugar fuera construida una ermita para su imagen. Al parecer los vecinos de la casa-torre de Gordiz decidieron levantar el templo junto a ésta última y no donde la Virgen había aparecido, pero desistieron de ello al comprobar que la obra hecha durante el día era trasladada al punto escogido por la Virgen durante la noche. Por fin cejaron en su empeño y levantaron la ermita en el lugar de la aparición, aquel que hoy, una vez desaparecida la construcción, marca la piedra de Kurutzeko Ama Birjina.
Etapa romana. A este momento corresponden las decoraciones subyacentes, líneas paralelas y motivos circulares geométricos, trazadas con incisión fina y ligera. No se conserva la totalidad de la estela original, solamente parte de la mitad superior, lo que explica que las decoraciones se presenten incompletas. Para conocer la forma y la iconografía de la pieza hemos de acudir a aquellas otras con las que presenta grandes semejanzas. Estas son las estelas localizadas en Andra Mari de Jainko (Arrieta) y Andra Mari de Parezi (Busturia). Se trata, en ambos casos, de estelas funerarias cuya iconografía (tipo T4) pertenece a un conjunto epigráfico más complejo, en formas y decoraciones, difundido en Bizkaia. Su cronología se sitúa entre finales del siglo I a. C. y los primeros siglos de la presencia romana (s. I-III d. C.). Se trata de una producción que se desarrolla bajo el influjo romano, en técnicas de talla y en estereometría del soporte, pero que porta unos elementos decorativos autócotonos, propios de la sociedad local de tradición indígena. Es por tanto un fragmento de una estela funeraria indígena, tallada ya en época romana, procedente de la necrópolis de un castro próximo, quizás el de Kosnoaga en Gernika-Lumo.
La triple coincidencia de valores históricos, etnográicos y religiosos sobre la estela de Kurutzeko Ama Birjina hace de este pequeño hito uno de los monumentos más sugerentes del peculiar y variado acervo epigráfico de Bizkaia.
Para poder visitar la réplica tomaremos el camino que, desde el barrio de Urberuaga de Forua, asciende en dirección a Baldatika, una vez pasado el caserío Gordiz y vencidas las primeras cuestas, encontraremos en el lado derecho de la carretera la estela o hito de Kurutzeko Ama Birjina. La pieza, que forma parte del entorno tradicional y espiritual de los caseríos de la ledanía de Gorritiz, es considerada con respeto y veneración, como lo demuestra la tradición de ofrecerle ramilletes de flores silvestres.
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