En la sociedad actual el tiempo es muy importante. Los instrumentos desarrollados para medirlo, los relojes, son de una exactitud excepcional. Pero la medición del tiempo no es característico solamente de la sociedad moderna. Viene de muy atrás. Anteriormente a la invención del reloj analógico y del digital se usó el reloj solar. El reloj solar es el primer instrumento inventado por el ser humano para medir el tiempo. Al principio fueron muy simples y con el tiempo fueron sofisticándose. Hasta el siglo XIX su uso fue muy común, también, posiblemente, en Busturialdea. Así, en esta comarca contamos actualmente con al menos catorce relojes de sol de piedra. La mayoría aparece en iglesias, sobre una pared o columna, presentan numeración árabe y el estado de conservación de ellas es bueno.
El reloj de sol es un ingenio usado para medir el tiempo. ¿Pero qué es el tiempo? Y, ¿por qué tenemos que dividirlo y medirlo?
No es fácil comprender su significado, sin embargo es fácil de dividir y de medir. Según la Real Academia de la Lengua Española (edición de 2008) el tiempo es la "magnitud física que permite ordenar la secuencia de los sucesos, estableciendo un pasado, un presente y un futuro".
El sentido del tiempo no ha sido, lógicamente, como el actual a través de los siglos; el hombre primitivo se conformaba con los ciclos día-noche; para otros pueblos el tiempo era una real ganancia, no pérdida, y así estimaban que cada día la persona renaciese, o apareciese después de desaparecer, un poco más vieja que el anterior.
Para el mundo griego y para otros pueblos orientales, la idea de tiempo es cíclica, como decía Aristóteles "se piensa que el tiempo en sí mismo es un círculo". El círculo, la figura geométrica perfecta de los geómetras griegos, sin principio ni fin, con todos, absolutamente todos sus puntos equidistantes del punto central, fácil de trazar, difícil de cuadrar.
La idea cíclica del tiempo se mantiene en diferentes culturas (India, China...).
La idea azteca, parecida a la cristiana, es de tipo lineal; el tiempo se inicia con la creación y termina en el juicio final; que podemos representar por el río en perfecto fluir.
A partir de mediados del siglo XX se ha venido utilizando un nuevo concepto del tiempo. Tanto Eisntein como Hawking se han valido de esta nueva concepción para conocer mejor el Universo.
Todos estos conceptos e interpretaciones del tiempo han llevado a intentar su medida y su división en partes cada vez más pequeñas y con más precisión.
El calendario que usamos en la actualidad es una adaptación del calendario Juliano, llamado así por qué Julio César el que lo estableció.
El calendario empleado por los romanos no era nada adecuado, por lo que cogió el calendario egipcio y dispuso que en su calendario un año estuviera dividido en 365 días y 1/4. Se imponía siete meses de 31 días, 30 días a cuatro y uno de 28. Se compensaba el desfase añadiendo, cada cuatro años, un día al mes corto de 29 días. Este calendario empezó a regir el primero de enero del año 45 a. C. y dura hasta el siglo XVI.
El Papa Gregorio XIII admitió una corrección de ese calendario en 1582. Este nuevo calendario recibió el nombre de Calendario Gregoriano. Con la nueva corrección la Iglesia Cristiana corrige el calendario anterior.
Este calendario, a pesar de su práctica perfección, ha sufrido intentos de mejora, pero de momento es el que usamos habitualmente.
En cuanto a la división del año en meses, decir que en muchas culturas antiguas como modernas dividen e laño en 12 meses, intentando ajustarse a ciclos lunares. Estos meses tienen duración variable.
La semana se divide en un periodo de siete días fundamentado, desde el punto de vista astronómico en la práctica duración de las fases lunares y desde el religioso en el Génesis con 6 días de trabajo y uno de descanso. Es lo que denominamos Semana.
La duración de un día es de 24 horas y hace referencia al espacio de tiempo que necesita la Tierra para girar sobre sí misma. Va de media noche a media noche.
Aunque la idea de dividir el día en partes más pequeñas viene de hace tiempo, la de dividirla en horas es más reciente. La cultura egipcia dividía el día en horas. La unidad de tiempo conocida como Hora corresponde a 1/24 de la duración del día en la Tierra.
El ritmo de vida continúa, la civilización humana siempre camina hacia adelante, hacía más, mayores necesidades y mejores precisiones en todos los órdenes de la vida; los relojes aumentan su precisión. Así, la hora se empieza a medir en minutos y ésta segundos (unidad de medida del tiempo en el Sistema Internacional de unidades) y, muy recientemente, en sus submúltiplos (microsegundos...).
Llegados este punto pasemos a conocer los relojes de sol o relojes solares.
Si definimos el reloj solar como un instrumento para medir las horas, o el tiempo en general, diremos que está formado por dos partes fijas. Una es una superficie en la que están marcadas las líneas que representan las horas del día, es la llamada faz o cara del reloj. La otra parte, suele ser el borde de una superficie plana, una varilla o un pequeño orificio, siempre en distinto plano que la faz. Este segundo elemento fijo se llama gnomon o estilo (generalmente gnomon si es una superficie plana o chapa de forma adecuada, y estilo si fuese una varilla).
La sombra, o rayo de luz del gnomon o estilo, que proyecta el sol sobre la faz, es la parte "móvil" del reloj y al trasladarse sobre la faz nos va indicando las horas.
Los primeros relojes solares fueron elaborados en la IV y V dinastía egipcia (2900-2600 a.C.). Éstos eran obeliscos, cuyas sombras empezarían a utilizarse para medir las horas diurnas, de forma más bien aproximada. También en Babilonia, por ésta época, se usa un sistema parecido. Desde entonces han ido desarrollándose relojes solares de todo tipo y de todo tamaño. No queda claro como llegó este instrumento a Europa. Pudo ser gracias a los cruzados o a los árabes que lo pudieron introducir por la España de entonces. En cualquier caso, probablemente a partir del siglo XV ya fue usado en Europa.
En los últimos años del siglo XIX aún era habitual usar relojes solares, sobre todo para poner en hora los relojes mecánicos. A la par que aumentó la exactitud de los relojes mecánicos disminuyó el uso de los relojes solares, hasta convertirlos actualmente en una curiosidad decorativa.
En la publicación titulada Relojes de Sol de Bizkaia se mencionaban 13 en Busturialdea y en las visitas realizadas se ha podido certificar la existencia de todas ellas, excepto la de Txirapozu. Además, se añade una más, la situada en la iglesia de San Andrés de Ibarrangelu. Por tanto, podría haber unos catorce.
Se sitúan en ocho municipios repartidos de la siguiente manera: 5 en Busturia, 2 en Arratzu y otros 2 en Bermeo, uno en Mendata, Muxika, Morga, Gernika-Lumo e Ibarrangelu.
Los edificios donde se pueden observar estos instrumentos solares son diversos: en iglesias, 6; en edificios oficiales, 4, y en edificios privados, 4 (todos en el palacio Txirapozu). Todos, excepto uno, están en muros o en columnas.
9 miran al sur, una al oeste y el resto al este.
ELas formas de los relojes solares aún siendo diversas, la que más abunda es la del cuadrante clásico.
Se han usado sobre todo dos tipos de materiales: caliza y arenisca. También ha aparecido uno en argamasa.
Los números son árabes y romanos, aunque abundan los primeros. Prácticamente no hay diferencia en los romanos, tan sólo se puede apuntar el mayor o menor tamaño y su inclinación.
Sin embargo, en los número arábigos existe una gran variedad en las formas.
En general se conservan en buen estado, aunque, cuatro de ellas están en mal estado y una en un muy mal estado.
Los relojes mencionados hasta ahora son los que aparecen mencionados en la publicación referida anteriormente. Probablemente haya más. Si alguien conociera la existencia de algún reloj solar no recogido en este apartado le agradeceríamos que nos lo comunicará mediante la dirección de correo electrónico galtzagorriak@urdaibai.org.
+ AA.EE. Bizkaiko Eguzki-Erlojuak. Bizkaiko Foru Aldundia. Bilbo, 1990
+ RAE. Diccionario de la Lengua Española. Tomo II. Espasa-Calpe, Madrid, 2008.
Tabla elaborada basada en la información que se recoge en el libro Relojes de Sol de Bizkaia. (*) Datos recogidos en nuestra observación. (1) No hemos podido observarlas.
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