Desde finales del siglo XVII aparecen en Bizkaia algunos signos de recuperación económica y de crecimiento demográfico. Al contrario que en la arquitectura religiosa, que apenas está representada, la iniciativa privada comienza a estar dispuesta a reconstruir y reformar sus viejas mansiones, lo que se irá haciendo poco a poco a medida que se vence en el siglo XVIII hasta constituir el suyo un panorama digno, pero no tanto quizá como en otras comarcas del Señorío. Las nuevas construcciones pueden estudiarse tipológicamente agrupadas en tres modelos básicos dependiendo de su función, emplazamiento o poder adquisitivo de sus comitentes: son los palacios aristocráticos, los caserones urbanos y los palacios rurales.
A.- El palacio en el que mejor desarrolladas encontramos las características propias del estilo barroco en el medio urbano o casi urbano es del de Montefuerte (Gernika-Lumo). Responde a un modelo ampliamente difundido por todo el Norte Peninsular a mediados del siglo XVIII. El edificio esta resuelto a un alto nivel de calidad, con materiales bastante nobles y con elegante diseño compositivo. Presenta, sobre una planta rectangular exenta, un alzado simétrico de planta baja y dos pisos, enmarcado entre pilastras y con impostas de placa lisas diferenciando las alturas, más acceso moldurado.
Mucho más pobre resultan el Convento o Palacio de la Merced (barrio Ibarruri, Muxika) y el Palacio Albiz (Barrio Albiz, Mendata). El primero se sitúa delante de lo que fue el solar de la iglesia, sede, según se dice, de las monjas que bajaron a Ajangiz, edificio con fachada de sillería de comienzos del siglo XVII. El segundo destaca por su gran arco carpanel que da a un pequeño portal de entrada.
En el terreno de la evocación se quedó el palacio de los Allende Salazar en Gernika-Lumo, afectado por el bombardeo de 1937, que tenía una bonita galería, como los palacios del Duranguesado, y además pinturas. No fue el único que se perdiera en tal terrible suceso, porque en la villa foral nunca escasearon los comitentes aristócratas.
B.- En cuanto a las casas urbanas que algunos burgueses edificaron en las villas recogiendo, en la medida de sus medianas posibilidades económicas, diseños habituales del estilo de la época, encontramos un buen ejemplo en c/Doniene nº 13 (Bermeo). Su acceso dispone de unas bellas molduras representando un frontón de aletas entre pináculos, en cuyo centro se sitúa una cartela religiosa flameante. En otros casos, la decoración es mucho más discreta, y tan sólo podemos atribuirlos a este estilo por las fechas que ostentan inscritas en los dinteles de sus accesos. Así sucede en Elexalde nº 3 (Ea), aunque en este municipio podían citarse varios más: Urtubia (1774), Abaitua y sobre todo Etxe Aundi, todos caserones de finales del siglo XVIII.
C.- El palacio que en el mundo rural los campesinos más acomodados edifican o rehacen, recoge muchos de los elementos cultos del gusto barroco. El resultado son construcciones de gran porte que, si bien mantienen su dedicación agropecuaria, son un híbrido entre el palacio rural y la vivienda labriega, acercándose más a uno u otro modelo en función de las afinidades estéticas y recursos económicos del propietario.
Entre los varios ejemplos que se pudieran poner están los de Aristieta (Ajangiz), Ormaza (Ibarruri, Muxika), Etxezarreta (Zugastieta, Muxika) y Zorrotza Nagusi (Morga). Este último está muy abandonado y resulta peculiar por estar cercado con tapia con paso de medio punto al antuzano, recordando un poco el sistema de la casona montañesa. El de Etxezarreta, con pórtico generoso, es grande, orientado a Levante, rico en materiales, con balcones y escudo nobiliario...; en fin unos productos híbridos, como se ha adelantado, bastante sobrios, sin concesiones ornamentales, obedeciendo a una constante particular de la zona. También el de Orube (Arrieta) podría incluirse aquí. Ésta esta enmascarada hoy por construcciones populares tardías, pero aún conserva uno de los magníficos escudos esquineros que blasonaban su fachada.
En Munitibar-Arbatzegi-Gerrikaitz tenemos Jauregia, que además envolvía una torre fuerte medieval, y la Casa Zubialdea. Sin embargo, del primero sólo quedan hoy las columnas reaprovechadas en el pórtico de la iglesia de San Vicente y algunos motivos ornamentales adosados a una cercana fuente moderna.
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