La casa de labranza renuncia a regañadientes a su estatuto tradicional de unidad cerrada y acabada en sí misma. No le agrada dispersarse en una nebulosa de células autónomas, pero hay supuestos en los que la larga experiencia acumulada aconseja poner alguna distancia entre la vivienda y ciertos elementos o instalaciones que pueden amenazar su existencia. Es el caso de los hornos de pan, las leñeras, arnagas y pajares, en los que se ha comprobado repetidamente que el riesgo de incendio es algo más que una simple posibilidad especulativa.
Hay otras construcciones anejas que surgen como complemento, necesariamente externo, de los espacios de producción y almacenaje propios de la casas de labranza. Se trata del hórreo, el potro de herrar y los sistemas de emparrado sobre pilares de obra, y el único vínculo de unión que comparten, además de la razón genérica indicada, es que los tres están en grave riesgo de extinción en el entorno de Busturialdea.
Las construcciones anejas más frecuentes en la arquitectura de la zona son los hornos, potros de herrar, hórreos, arnagas o pajares, molinos y ferrerías, caleros, tejeras, y menos las ollerías, las neveras y las bodegas, no existiendo ejemplos de otras instalaciones tan comunes en la casa popular propia de latitudes próximas como palomeras, seberas... Algunos de estos edificios son de propiedad individual (hórreo, arnaga, bodega, horno...) y otros se utilizan en régimen compartido con los vecinos de la barriada (potro de herrar, e incluso algún molino).
1. El hórreo.
Los hórreos de Busturialdea son pequeños edificios de madera o, más frecuentemente, de entramado relleno de mampuesto, alzados sobre cuatro o seis poyos troncopiramidales coronados por rodeznos de piedra. Se accede a ellos por un patín o escalera exterior, casi siempre de piedra, aunque en algún caso se hace necesario recurrir a una escala de mano. La cubierta es siempre una armadura simple con tejado a doble vertiente.
El caserío Orbegoitia (Libano, Arrieta) dispone de esta estructura.
En Hórreos de Urdaibai encontrarás mucha más información sobre estos elementos etnográficos.
2. El potro de herrar.
Instrumento imprescindible allí donde se utilizase la fuerza de tracción animal. Hoy en día, y dada su fragilidad, han desaparecido al caer en desuso, si bien en las zonas de mayor dedicación rural se siguen conservando algunos potros "de barriada", como en el caserío Barrengoetxe (Lekerika) o en Meaka, en Morga; en Borika y el de La Villa (Errigoiti), el del caserío Goikoetxe (Gametxo, Ibarrangelu), y en el de Ibarruri (Muxika); en Gerrika (Munitibar-Arbatzegi-Gerrikaitz).
Se trata de una estructura de madera constituida por cuatro postes verticales opuestos dos a dos, que soportan tornos paralelos. Mediante un sistema de cinchas se eleva al animal del suelo a fin de quitarle movilidad y permitir al herrador acceder sin riesgo a los cascos o pezuñas.
3. Los emparrados.
La vinificación de la uva criada en parare fue hasta época muy reciente una productiva dedicación complementaria de muchos de los habitantes del mundo rural vasco. Se satisfacían con ella todas las necesidades del consumo familiar sin necesidad de salir de la rígida cadena de autoabastecimiento que caracterizaba la vida el caserío.
Se trata de alineaciones de pilares troncocónicos de mampostería aglomerada, coronadas por un bloque de mayor tamaño, que discurren en filas paralelas por los lindes de las estradas vecinales. Sobre éstas se situaban los largueros en los que se apoyaban las parras.
Si bien desde hace unos años se esta produciendo un resurgimiento de la actividad txakolinera, ya que tanto el consumo de ese vino blanco como su producción siguen en aumento, no ocurre lo mismo con los emparrados de uva para txakoli sobre pilares troncocónicos. Su fragilidad y actual inutilidad hace de ellos un elemento especialmente vulnerable, que como tal merece mayor protección.
En 2003, Urdaibaiko Galtzagorriak puso en valor un tramo con estas estructuras en el barrio Axpe de Busturia. Más tarde, en 2009, el Ayuntamiento de Busturia hizo lo propio en un tramo del barrio San Bartolomé.
También los caseríos suelen contar con sistemas de emparrado adosados a sus fachadas, fundamentalmente la sur. Se trata de una estructura de espalderas en retícula, apeadas sobre ménsulas o ganchos de piedra, sobre la que se enroscan los pámpanos.
En el caserío Isla Goikoa de Gautegiz Arteaga existe todavía hoy un gran lagar con una tina trabajada en caliza.
Parrales de uva encontrarás mucha más información sobre estos elementos etnográficos, así como del proyecto de voluntariado desarrollado por Urdaibaiko Galtzagorriak para ponerlo en valor.
4. Hornos de pan.
El horno para cocer pan de trigo o borona, o para tostar mazorcas de maíz, fue hasta hace algunos años una de las instalaciones básicas de la vida del caserío vasco. En los últimos tiempos ha sido radicalmente abandonado al ser desplazada la panificación artesanal por la producción industrial y el reparto a domicilio.
Se trata de pequeñas construcciones de bóveda de media naranja en ladrillo, alzadas sobre un fogón macizo y acogidas dentro de una pequeña chabola de mampostería cubierta con tejado a dos aguas y abierta por el frente. A veces la cubrición o sus muros laterales se prolongan hacia delante a modo de amplio porche.
Estuvo difundida la costumbre del horno familiar, es decir, un horno por casa y doble horno en los caseríos bifamiliares.
En la actualidad los hornos de pan han caído en total desuso, salvo para el tostado de las mazorcas de maíz como parte de la dieta alimenticia, hace que sea prácticamente imposible poder observar algún ejemplar no ya en funcionamiento, sino en pie. Aún así se mantienen en los siguientes caseríos: Goikoerrota (Kanpantxu, Ajangiz); Elorreta y Arrietatxu (Libano), y Orbegoitia (Lizarralde), en Arrieta; Aizkoetxebarri, Larrena, Bizkaigane y Uriguen, en Errigoiti; Goiko (Baldatika) y Biesko (Triñe), en Forua; Astorki Goiko (Munitibar-Arbatzegi-Gerrikaitz); Isla Goiko y Orueta (Gautegiz Arteaga); Gaztegoiko (Garteiz, Ibarrangelu) y Barrenengo (Baroa, Sukarrieta)...
5. Arnaga o pajar.
El caserío dispone habitualmente de un espacio donde apilar la paja o hierba con la que se alimenta el ganado durante el invierno, que se sitúa sobre la cuadra, en la mitad posterior del edificio. Pero la progresiva destrucción de los pastos y la difusión del régimen de estabulación han hecho necesaria la ampliación de la capacidad de almacenaje en el exterior del caserío. Para su conservación, la paja necesita tan sólo estar alejada de la humedad del suelo, disponer de un techo que impida que se moje y ventilación constante para evitar que se pudra.
Las soluciones adoptadas son la de crear una tejavana adosada a uno de los muros del caserío, o bien construir un pajar o arnaga exenta, que sirve además para almacenar la leña y otros materiales combustibles que podrían hacer peligrar la seguridad del caserío. En este último caso, lo más frecuente es encontrar construcciones de gran sencillez, de planta alargada y cubierta en caballete a dos aguas, con fábrica de mampostería en la planta inferior, mientras que la superior se cierra con tablas planas, o con una prolongación del murete de mampuesto. La segunda altura dispone de un acceso independiente, al que se llega a través de un empinado patín de piedra. La arnaga es un elemento de arquitectura popular vasca con tanta personalidad como el hórreo, pero mucho más desconocido, incluso entre los expertos.
6. Bodegas.
Es de suponer que el auge que experimentó el cultivo de la vid durante el siglo XIX dio pie a la construcción de este tipo de edificios, en los que almacenar las cosechas. Hoy en día aún se alza en el barrio de Larrabe, de Murueta, un edificio de planta rectangular y considerables dimensiones, construido de ladrillo y mampostería, atravesando sus fachadas numerosos vanos de pequeño tamaño, que fue utilizado durante el siglo XIX como bodega de txakolin.
7. Caleros.
Los caleros se disponen preferentemente adosados a pequeños escarpes del terreno, o en la parte inferior de terrazas o terraplenes de tierra, habitualmente sobre un camino que les facilite el aprovisionamiento de leña y materias primas. Son sólidas construcciones troncopiramidales de sillería, destinadas a la obtención de cal a partir de la calcinación de piedra. En su interior disponen, como única instalación, de una gran campana cilíndrica o ahusada que se carga por un brocal situado en la parte alta –al que en ocasiones se accede por una amplia rampa- con capas alternativas de piedra y leña de encina o borto. Se prende fuego a través de un túnel que da acceso al fondo de la campana, y se aguarda durante horas a que el proceso de combustión y oxidación se complete.
La cal ha sido hasta época muy reciente un producto de gran demanda en el mundo rural vasco, donde era utilizada para preparar la argamasa de construcción y blanquear fachadas, para acondicionar la tierra para la siembra, para conservar alimentos perecederos durante largo tiempo, e incluso con fines terapéuticos.
Quedan restos de éstos en el entorno: del caserío Kortabille (Metxikas, entre Errigoiti y Forua); de Elorreta, antiguo monte comunal Bastegietaburu-Askola, en el paraje cercano de Madaiagaerreka..., en Gernika-Lumo; en el entorno de los caseríos Oleta y Jaunsolo (Errekalde, Gautegiz-Arteaga); del caserío Sarrikolea (Kortezubi), en Zugaztieta (Muxika); en Kañadene, Landako, Erdikoerrota, Larrago (Busturia)...
Todos los caleros se sitúan cerca de los afloramientos de roca caliza, lo que hacía más fácil el transporte hasta los caleros.
8. Ericera.
La ericera, es una construcción realizada en piedra sobre todo, aunque también en materiales perecederos como madera y ramas, que utilizaba la población básicamente para conservar en un estado óptimo las castañas recogidas en temporada y, a su vez, guardarlas de los cerdos y jabalíes. Estas arquitecturas se situaban en el interior de los bosques y cercano a los centros de producción del fruto. Dos eran las formas en que se erigían, ovalada o circular. Los existentes en el entorno más cercano (Gorbeia) tienen un diámetro que varia entre 5 y 1,5 metros; la altura de la pared, ligeramente inclinada hacia el exterior para dificultar la entrada de los animales, oscilaba entre 1 y los 2,5 metros y, por último, la anchura del muro entre los 50 centímetros y algo más de 1 metro. Asimismo, era habitual que tuvieran un hueco de entrada para posibilitar el vaciado, sin embargo, también era común encontrarlas completamente cerradas. En Busturialdea no queda ningún resto relevante de este tipo de construcción anexa al caserío.
9. Tejeras.
Las tejeras artesanales, hornos de cocción de ladrillos y teja de barro, también desempeñaron un papel fundamental en el suministro de materiales de construcción al caserío vasco. En Bizkaia se utilizaron siempre los hornos cerrados de tipo árabe: construcciones muy sencillas de planta cuadrada que constan de una cámara de combustión abovedada y una cámara de cocción superpuesta a aquella y abierta en su parte posterior. Ambas se intercomunican a través de pequeños orificios practicados en el fogón que las separa, por los que asciende el calor a las piezas de barro. Se alimentan con argoma y leña menuda y se cargan apilando las piezas en un montón cónico, que luego se cubre con fragmentos de cerámica desechados en hornadas anteriores, y con tierra, evitando los huecos por los que pueda escapar el calor.
El edificio que acoge la tejera es un paralelepípedo simple, de altura a doble a la anchura de la base. Dispone de una o dos bocas de alimentación del horno, abiertas en arco, situadas a ras de tierra, y de una puerta elevada en la segunda planta, desde donde se efectúa la carga. La cubierta, de caballete, aparece sobrealzada por encima de los muros para evitar los incendios y permitir una rápida ventilación en la fase de enfriamiento, una vez concluida la hornada.
Habitualmente dependían de una demanda estrictamente local, y era normal que funcionasen sólo de forma intermitente o sobre encargo. Su producción de limitaba al ladrillo macizo: cuadrado o rectangular, y a la teja acanalada, aunque en algún caso pudieron acoger piezas de alfarería.
En la comarca de Busturialdea sobrevive la antigua tejera de Terlegiz (Kortezubi). Quedan restos de la de San Migel (Errigoiti), situado junto al caserío Larragan y que al parecer fue construido en 1667, y de las situadas en la zona de Amonaga, Izagirre y Miangolarra, en Gernika-Lumo. Estas tres debieron ser las de mayor actividad en este municipio. Todas ellas situadas o próximas geográficamente al arroyo Amonaga, en el límite entre Gernika-Lumo y Muxika. Y es que toda esta pequeña vega es una tierra rica en arcilla y se encuentra horadada en ambas márgenes, lo cual nos ratifica la función que en su tiempo tuvo como lugar de aprovisionamiento de arcilla para la fabricación de tejas y ladrillos. Otra tejera debió ubicarse en la zona de Marikorta, lugar en el que se localiza toponimia relativa al tema como Tellariondo.
10. Ollerías.
Respecto a la fabricación artesanal de cerámica, en Gernika-Lumo, se conoce la existencia de un taller de productos y artículos de esta clase, en Zaraspe, concretamente detrás de la Taberna de Lumo, que estaba situada entre el caserío de Ubitarte y Zaraspeondo (Asilo Calzada).
Así mismo, en este mismo municipio, existe otro lugar como "Ollerias" que se encuentra en el paraje de Marikorta, en el barrio Santa Lucía, donde quedan vestigios de haber sido aprovechado el lugar para explotar algunas vetas de arcilla y caolín.
También, en Gernika-Lumo, tenemos constancia de la existencia de tierra refractaria blanca, el Caolín, que es utilizado para la confección de artículos cerámicos. En 1849, Manuel Santos Chirapozu, denunció en Lumo, en terrenos del Conde Montefuerte, una mina de dicho material. Se cree que dicha mina sería la denominada "Zallochu" y se correspondería con la zona de Marikorta.
11. Neveras.
Neveras encontrarás información sobre estas construcciones anexas que quedan en la comarca de Busturialdea y en su entorno más cercano.
12. Molinos y ferrerías.
Molinos encontrarás información sobre estas construcciones anexas en la comarca de Busturialdea y en su entorno más cercano.
Urdaibaiko Galtzagorriak © 2017. Contacta con nosotros: galtzagorriak@urdaibai.org
Patrocinadores: Gobierno Vasco, Ayuntamiento de Gernika-Lumo y Reserva de la Biosfera de Urdaibai.