En los seles puede situarse el comienzo de uno modo de vida basado en el uso ordenado del territorio y de los recursos naturales.
El sel, término utilizado en Bizkaia, probablemente sinónimo de aprisco, majada o redil, es una superficie de terreno circular dibujada sobre la tierra y tiene su origen en la economía pastoril. Es por tanto un modo primitivo de ordenar el territorio.
Los seles se construían en base a las migraciones pastoriles. Se situaban en el centro del bosque, por lo que quedaban rodeadas de árboles.
Antiguos seles en las laderas de Arrola y Gastiburu en Arratzu
Estas superficies circulares se ordenaban alrededor de una piedra situada en su centro. Al parecer, el ganado descansaba muy cerca de esa piedra. Según la gente entendida en la materia, en Euskal Herria, estas superficies se situaban muy cerca de las construcciones megalíticas, pero, de momento, nunca han aparecido en el perímetro de las construcciones megalíticas.
En la organización primigenia del territorio tiene especial protagonismo el sel o korta, definido éste como un espacio circular destinado al pastoreo del ganado mayor. Estos espacios, anteriores a las delimitaciones de los territorios municipales, aún son fácilmente divisables desde el aire. Se establecen a partir de una piedra central o cenizal sobre la que se marca un círculo perfecto, que en el caso de los seles de invierno tiene 502 metros de diámetro, y en el de los de verano 374 metros.
Históricamente, el sel de verano era conocido como Korta Nagusia (Sel Principal, podría ser la traducción) en Bizkaia, y Korta Erdia (Sel Medio, podría ser) a la de invierno. Actualmente no se usa esta técnica para organizar el territorio. Además, los únicos seles que quedan sólo pueden ser perceptibles desde una perspectiva aérea.
Todavía quedan muchas dudas sobre la función y el origen del sel en Euskal Herria. Las primeras referencias a estos ejemplos de ordenación del territorio corresponden al siglo XII. No obstante, según los y las expertas en el tema, también aparecen referencias en textos del siglo XI. En estos seles encontramos el origen del hábitat disperso vasco atlántico, puesto que en la medida en que la agricultura se va desarrollando como actividad principal, la vocación pastoril de estos espacios se transforma con el asentamiento de comunidades humanas sedentarias reunidas en torno al caserío, que se sitúa en el interior de estos espacios.
Pero, al parecer, los seles no han sido usados solamente en Euskal Herria, ya que aparecen rastros por toda la vertiente cantábrica. Así mismo, parece que desde la vertiente cantábrica se expandieron hacia el norte, ya que, también en Bretaña, han aparecido restos de estructuras parecidas.
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