El denominado Convento de San Francisco de Bermeo, es un conjunto integrado por la iglesia, claustro y residencia, que se instala muy tempranamente extramuros de la villa.
Es un hecho constatado que las órdenes mendicantes, como la de San Francisco, levantan sus edificios conventuales lo más cerca que pueden de las villas, donde se agrupa una importante población. Pero no se instalan dentro sino fuera de las murallas, ya que cuando los franciscanos llegaron a Bermeo no quedaban solares en su interior capaces de acoger las complejas edificaciones conventuales, que precisaban de amplios espacios. Sin embargo, se aproximan todo lo que pueden a los portales de acceso a la villa, al ser éstos un punto de encuentro de importancia. Así, el Convento de San Francisco se construye frente a los altos muros que rodeaban y defendían el recinto medieval, justo delante de uno de los siete portales que permitían el acceso a la misma, el portal denominado en origen de los ferreros, que más tarde tomará el nombre del convento, y que salía a la zona en la que se instalaron las ferrerías y astilleros.
Es el convento de fundación más temprana del que tenemos constancia documental en Bizkaia. Fue fundado por el Conde D. Tello y Dª Juana de Lara, su mujer, señores de Bizkaia, el 30 de enero de 1357 y dotado de los bienes, tierras, casas y diezmos pertenecientes hasta entonces al Monasterio de Santa María de la Albóniga.
Fue larga la lista de benefactores gracias a los que se acometieron las obras del convento. Así, señalaremos a Juan Sáez de Guerricáiz, quien en 1424 costeó la ejecución de la capilla mayor y tres cuartos del claustro bajo, cuyo cuarto lado fue pagado por Juan Martínez Zaldívar, reservándose ambos sepultura en la iglesia. Algo más tarde, en 1539, Juan Alonso de Butrón y Múxica entregó un donativo de 600 ducados de oro para la construcción de la iglesia, pasando a ser patrono con derecho a sepultura en la capilla mayor. La obra concluyó hacia fines del siglo XVI, pero la torre de campanas no se pagó hasta el año 1607.
Los avatares a los que se vio sometido el convento en los últimos siglos son mucho, resultado de guerras, desamortizaciones, etc. Así, el 24 de junio de 1812 los ingleses le dieron fuego, afectando el desastre a dormitorios, fachada y nave de la iglesia. En 1842 se acordó el derribo de las celdas para utilizarlo como cuartel. En 1843 se sacaron a remate las obras para acondicionarlo como cárcel. En 1859 el convento funcionaba como colegio para misiones en ultramar. El 14 de diciembre de 1870 la iglesia y el convento pasaron a depender de la villa. En 1882 se estableció la escuela en el primer piso. En 1886 se instaló el peso real en la planta baja y el juzgado municipal. Finalmente, en marzo de 1928 se traslada al claustro del convento el mercado municipal, modificando notablemente su imagen hasta la reciente restauración de 1994.
Del Convento de San Francisco, permanece todavía hoy en día el edificio de la iglesia, el claustro y parte de lo que fue el edificio del convento completamente transformado.
La iglesia, construida en el siglo XVI, en estilo gótico Reyes Católicos, es de una sola nave rectangular, con siete tramos cubiertos con bóveda de crucería, y ábside poligonal. Presenta acceso bajo pórtico con decoración vegetal. Los vanos que rasgan sus muros, permitiendo la iluminación de la nave, se resuelven en arcos apuntados. Dispone de capillas laterales cobijadas en los muros perimetrales. Dos del lado sur se abren bajo arco apuntado, y la tercera bajo arco de medio punto con decoración de bolas, cubriéndose con una bóveda compleja con símbolos de la pasión en sus claves. Por su parte, las del lado norte presentan accesos en arco de medio punto, apuntado y carpanel respectivamente.
Paralelo al eje del templo discurre el edificio conventual, adosado a su magnífico claustro, que constituye, sin duda, el elemento más destacable de todo el conjunto. Es una obra de sillería arenisca, que define un rectángulo de 14 metros de lado flanqueado por galerías de 3,85 metros de profundidad. Estas se abren al patio central mediante arcos apuntados moldurados sobre pilares fasciculares que presentan tres columnillas hacia el interior de los arcos y dos o tres columnillas hacia el patio. Los capiteles son cilíndricos, unidos formando una faja corrida de entablamento. Las basas, en número de ocho o seis, son de sección octogonal sobre plinto corrido.
Amplios arcos escárzanos en las cuatro esquinas del claustro apoyan en ménsulas decoradas con motivos figurados: fraile rezando, fraile músico flanqueado por dos cantores, fraile predicador y tres monjes. La cubrición no se resuelve mediante bóvedas sino a base de vigas que apoyan en ménsulas al interior y exterior, soportando pisos holladeros.
Esta obra puede ser enmarcada en la segunda mitad del siglo XV. Posiblemente nos encontramos ante el claustro más antiguo de los escasos que se conservan en el País Vasco atlántico.
El convento y claustro de San Francisco está situado en el casco urbano de Bermeo. El claustro, concretamente, permanece habitualmente abierto.
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