El núcleo principal del Poblado Romano de Forua, localizado sobre la colina de Elexalde, presenta los primeros indicios de ocupación durante los reinados de los emperadores Claudio y Nerón (41-68 d.C.). El análisis arqueológico ha permitido documentar la existencia de un poblado de aproximadamente 15 hectáreas –se conserva un 40% (6 ha)- compuesto por edificaciones aisladas, distribuidas a lo largo de la ladera meridional que, sin obedecer a un plano urbanístico predeterminado, queda delimitado por una cerca o muro.
El yacimiento de Forua, principal monumento romano de Bizkaia, tanto en lo referente a su extensión como a su buen grado de conservación, fue descubierto en 1982 a partir de los indicios que proporcionó el hallazgo, en el subsuelo de la colina de Elexalde, de dos excelentes epígrafes latinos, el cipo funerario de San Gregorio y el ara de San Martín, ambos en mármol rojo de Ereño.
Forua es, en primer término, un portus de los ya frecuentes en la nómina de pequeños puertos que jalonaban la costa cantábrica durante el periodo romano: a Irún (Oiasso), Donostia, Zarautz, Lekeitio o Castro Urdiales (Portus Amanum –Flaviobriga-). La vocación marítima de este enclave queda patente por su misma ubicación sobre la ribera izquierda de la ría de Urdaibai, al paso del antiguo y amplio meandro que ésta describía entre los actuales municipios de Kortezubi y Forua. A través de este puerto, que comercializaba con los núcleos costeros del Cantábrico y de la costa de Aquitania, desde Forua se exportarían productos como el hierro local en forma de manufacturas o barras y los excedentes agropecuarios, para importar otros procedentes de los activos núcleos del arco Atlántico.
A su vez, el término Forua, derivado del latino forum (plaza pública, mercado), pone en evidencia el papel que este asentamiento jugó como punto de encuentro de ámbito comercial y administrativo para la población de su entorno, primando como centro de mayor relevancia en la organización política de la cuenca de Urdaibai.
Desde época Flavia (69-96 d. C.) la actividad del poblado se intensificará, viviendo su momento de mayor esplendor a lo largo del s. II d. C., prolongándose su existencia hasta la segunda mitad del s. IV d. C. A partir de ese momento la colina de Elexalde es abandonada debido a la inestabilidad política y social que, durante la segunda mitad del s. IV y el s. V d. C., vive el norte peninsular, obligando a sus habitantes a buscar refugio en zonas más protegidas. En este sentido hemos constatado la ocupación puntual de la próxima cueva de Peña Forua, hoy desaparecida, durante el siglo V d. C.
El análisis de los siete edificios del Poblado Romano de Forua estudiados hasta el momento permite afirmar que las actividades económicas del asentamiento alternaron los usos propios de un poblado agropecuario con la práctica del comercio y la explotación de la metalurgia.
Entre el conjunto de edificios exhumados se encuentran diversos tipos de estructuras, desde la pequeña aula –poco más que una cabaña- destinada a las labores propias de laboreo y fundición del hierro (estructura 2), hasta dos grandes casas, parcialmente excavadas, compuestas por una sucesión de habitaciones articuladas en torno a un gran patio central (estructura 3 y 7). A todo ello se ha de añadir el hecho de que las edificaciones han sido reutilizadas y modificadas en varios momentos históricos, permitiendo indagar en una secuencia cronológica amplia y repetida que sirve como principal modelo en el estudio de la actuación de Roma en Bizkaia.
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